Estos días hemos celebrado nuestro aniversario de boda, ¡hace ya 39 años! Qué alegría pasar toda una vida con la persona que más quiero. Pocas cosas se le igualan. Con sus luces y sombras, y sabiendo que hay épocas en que la sintonía no es tan grande, es estupendísimo. Vamos aprendiendo que, después de la tormenta siempre viene la calma y que lo auténtico y real es que nos queremos muchísimo y que los dos juntos esperamos lo que sea y como sea. Yo casi cada día doy gracias a Dios por haberme dado, de entre todos los hombres, “lo mejor que tenía”, como me gusta decirle.
Recordábamos, hace poco, el año que hicimos las Bodas de Plata. Teníamos muchísima ilusión y quisimos celebrarlo por todo lo alto. Bueno, con una merienda cena en casa, en el jardín -que por cierto siempre he pensado que quedó escasa-, pero invitando no solo a nuestra familia, sino también a nuestros amigos, que tanto habían supuesto en los 25 años de casados.
Amaneció un 6 de septiembre precioso y fue un día redondo. A veces he pensado que si se me diera la posibilidad de eternizar un momento sería ese día. Tú y yo muy guapos, tú elegante como siempre y yo con un traje de chaqueta blanco -que habíamos ido a comprar a Barcelona juntos- y un gorrito y guantes de Pronovias, jeje. Nuestros 10 hijos (entre 24 y 6 años) y los novi@s de los tres mayores (siempre de noviazgos rápidos), nuestros padres, hermanos, tíos, primos y un montón de amigos.
Recuerdo también, no creo que lo olvidemos nunca, que ya con todo medio preparado, a tres meses de celebración de las bodas de plata, tuvimos un pequeño susto: ¡De repente me encontré con que estaba embarazada! En seguida lo asumimos y tú dijiste, muy seguro, que no haríamos la celebración porque dónde se había visto unas bodas de plata con la “novia” embarazada… Gracias a Dios fue una falsa alarma y los preparativos de la fiesta siguieron adelante.
Empezó la celebración con una Misa y yo había escrito, en secreto, una acción de gracias a Dios que leí en el momento adecuado y es la que paso a transcribir. Me gusta releerla y escribirla para que nuestros queridos hijos la tengan presente en los recuerdos de ese bonito día. Ahí va:
He pensado mucho en esta acción de gracias y son muchas las cosas que te diría Jesús. Han pasado 25 años desde que nos casamos y lo primero que me viene a la cabeza es ¡Qué bien haces Tú las cosas cuando te dejamos! Simplemente fiándonos de Ti y dejándonos llevar. Miro atrás y pienso en lo que decía San Josemaría a sus primeros hijos: “Soñad y os quedaréis cortos”. Y eso nos ha pasado a nosotros.
Como en toda vida hemos tenido luces y sombras, pero el resultado es un cuadro maravilloso que nosotros solos nunca hubiéramos sabido hacer.
Hace ya mucho tiempo, Jesús, que te dije que me ocuparía de tus cosas y que Tú te ocuparas de las mías y ¡Vaya si te has ocupado! Son tantos los motivos para darte gracias que no sé por dónde empezar:
1.- Gracias por nuestros amigos, tantos y tan buenos. Algunos del colegio, otros de Pamplona, de Segovia, de Lleida la mayoría. Cuántos buenos ratos pasados juntos y tantas conversaciones sobre temas importantes, pero en las que siempre terminábamos hablando de los hijos.
2.- Gracias por nuestros tíos. Siempre les he sentido muy cerca porque no han dejado de ejercer de tíos. Prueba de ello es que no les ha importado hacer un montón de kilómetros para acompañarnos este día.
3.- Gracias por nuestros hermanos y primos, que siempre nos han querido a pesar de nuestras torpezas y limitaciones que, en familia, es donde más se notan.
4.- Gracias por nuestros padres, ahí sí que te luciste. Supieron transmitirnos el amor a ti y después, cuando formamos nuestra familia, eran los cuatro nuestro modelo a seguir. Siempre tuvimos claro que la familia que queríamos era como la que habíamos tenido nosotros.
5.- Gracias por los hijos que nos has dado. Desde que eran pequeños rezábamos y poníamos todo nuestro empeño en que, sobre todo, fueran siempre buenos hijos tuyos. Todo sea dicho, un poco interesadamente: Sabíamos que así también serían buenos hijos nuestros. Estamos muy felices de ver que, tanto ellos como los novios que van llegando, enfocan su vida hacia Ti.
Y gracias por Nacho. Siempre te dije, Jesús, que me diste lo mejor que tenías y te lo sigo diciendo.
Gracias, Nacho, porque la promesa de amor que me hiciste hace 25 años la has hecho realidad, día a día y minuto a minuto y además, de regalo, ¡siempre haciéndome reír!
Y gracias Dios mío por la vocación que me diste al Opus Dei. Me ayudó a ver lo que querías para mí y es donde siempre encuentro ayuda para no dejar de verlo.
Tú nos dijiste que el que te sigue tendrá el ciento por uno en la tierra y la vida eterna. Creo firmemente en la vida eterna, y lo del ciento por uno no sólo lo creo, sino que lo he comprobado.
Gracias, gracias Jesús, por todo.
Y, terminado de leer, me senté más feliz que una perdiz y ¡Que siga la fiesta!
Publicado en el blog Queridos hijos