Ecumenismo, que las familias acojan en sus hogares y que los jóvenes se pongan en misión. Con estos tres objetivos comenzaba la presentación del festival “Life-Giving” celebrado en Sotillo de la Adrada del 9 al 14 de julio, Nicolás Ruiz Humanes, sacerdote de la diócesis de Ávila y director general de dicho festival.
Terminada ya la primera edición, nos vamos con muchas cosas en el corazón. Hemos aprendido sobre la acogida, sobre el discernimiento, sobre la alabanza, sobre el baile, sobre La Biblia, y sobre muchas cosas más pero, sin embargo, en nuestro corazón lo que más resuena es el Espíritu Santo moviéndonos, un Espíritu Santo que nos ha enseñado que tenemos unos hermanos valientes en Impact Spain con los que compartimos una fe y un mismo deseo de llevar a Jesucristo a cada corazón.
Quiero destacar a cada familia y a cada persona que ha conseguido que todos los inscritos tengan un hogar esperándoles al acabar el día. Esa disposición, esa ilusión y ese amor solo vienen de la convicción sincera de que el Señor está en medio de todo esto.
No me imagino este festival sin esas mañanas de formación en el centro cultural, que han conseguido que entendamos mejor las claves de nuestra vida cristiana, cómo Dios está presente incluso en las películas más taquilleras de la historia del cine o cómo el Señor siempre nos pide un corazón valiente y de entrega total a Él.
Las mañanas no podían acabar mejor que todos juntos compartiendo la Eucaristía y de ahí a disfrutar todos de la comida en la mesa. Esa comida que siempre estaba preparada con amor y con alegría por personas voluntarias de la parroquia, que se merecen todo el reconocimiento no sólo por el trabajo espectacular hecho, sino por la sonrisa siempre presente en sus caras. El domingo les dábamos las gracias todos con un fuerte aplauso y ellas sólo respondían que han recibido mucho más de lo que han dado. Ese es el espíritu de este festival, dar mucho, sí, pero recibir el ciento por uno.
Después de la comida venía el tiempo de descanso y de comunión con los demás participantes y, por la tarde, llegaban los talleres y las carpas. Muchos se pueden preguntar cuál ha sido el fuerte de estas tardes y, personalmente, creo que ha sido que todo el que ha pasado por la calle ha visto que existe una Iglesia que se alegra de seguir a Jesús y que llevan una sonrisa a donde van.
Cada taller ha sido preparado con alegría y esfuerzo y eso, cuando se pasaba por delante de cada taller, se veía en la cara de los participantes que aprendieron de temas como la peregrinación, las emociones, la danza o el arte-terapia.
Me gustaría hablar de cada persona que ha puesto su granito de arena para que el festival no sólo fuera un sueño sino que se haya hecho realidad, pero no tendría suficiente papel para enumerarlos a todos: cada persona que ha rezado, cada persona que ha dado donativos, cada persona que ha acogido, cada persona que ha puesto su tiempo y esfuerzo a disposición del festival, todos ellos deben saber que han sido partícipes de la realización del deseo del corazón de Dios.
No podríamos dejar de agradecer de todo corazón el apoyo de nuestro obispo de Ávila don José María Gil Tamayo que no solo presidió la Eucaristía de envío sino que ha respaldado en todo momento este festival, haciéndolo suyo en su corazón.
Acabaré como muchas veces terminan las Eucaristías, diciendo y deseando que “la alegría del Señor sea nuestra fuerza”. Esa alegría debe ser nuestra brújula y nuestra dirección, y con ella debemos desear encendernos del amor de Cristo y arder de Él y con Él donde haga falta ¡Os esperamos el año que viene en la segunda edición!
Pablo de Frutos
Director de Publicidad
Life-Giving Fest
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