Valentín Díaz es el capellán de la prisión de Villanubla (Valladolid). Cada mañana visita a los presos y funcionarios, habla con ellos, les cuentan sus cosas… Pero no sólo esto, además ha dispuesto un piso sobre la iglesia del pueblo para acoger a los presos que no tienen dónde ir los días de permiso.
«Durante años tuvimos una asociación con la que atendíamos a los hijos de las madres extranjeras que estaban en prisión y se encontraban más desamparadas», cuenta Valentín. Ahora, la mayor parte de los usuarios son varones, adultos sin familia cerca, sin otro apoyo que el de Valentín para esos días en los que, por su buen comportamiento, pueden salir unas horas de prisión.
Además de celebrar Misa, «lo más importante de mi trabajo en prisión es hablar. Hablar. Acompañarles. Convertirse no sé si en un amigo, pero sí en alguien de confianza. Compadrear con ellos y ofrecerles consejo».
«En la cárcel estoy en contacto con ellos, sé quiénes son, los conozco, solo traigo a gente que veo de fiar»
Gracias a este sacerdote muchos presos reciben ayuda humana y espiritual, labor importantísima para su rehabilitación.
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