El tuitero Alvaruky (@varuky_) ha escrito un hilo en el que nos descubre el valor de la confesión y que transcribimos con su autorización:
Explicar algo ocurrido en la confesión es muy difícil porque afecta a una esfera muy íntima. Pero si lo cuento y ayuda a alguien, lo más mínimo, que sea así.
En Twitter nos gusta decir «todo mal». Es lo que sentía. Todo mal. El bucle. La queja, aunque sea interior. Y todo, una y otra vez. Meses de altibajos. Un desorden en el que te pierdes, pero que no admites. Piensas que controlas y no entiendes qué hay mal.
Te pierdes, y dejas de ser tú mismo. No en la vida diaria, sino en lo que hay en el corazón. En el norte que todos buscamos.
Y no lo entiendes porque te conformas, sin querer. Es la clave de mi «todo mal»: conformarme. En mi caso, con una respuesta que me valía en el pasado, con lo vivido. O con la comodidad de tu círculo de confianza. Esto también nos apalanca en el sofá.
Necesitamos inquietud. Necesitamos más. Siempre, es una condición humana. Yo he experimentado que Dios me responde a ese «más». Y lo que antes me llenaba, ahora no. Y mi respuesta de antes, hoy no es la misma.
Y he vivido una fe de chispazos. De peregrinaciones, campamentos, en los que encontrar a Dios es facilísimo, como en Disneyland (y con la edad de cada uno). Y siendo consciente de que necesito vivir mi fe en el día a día, en lo sencillo, sigo pidiendo lo espectacular.
Si tenéis fe seguramente habéis visto esos milagros bestias en los que parece que se alinean los astros para ti. Para el que no la tenga, ocurre.
«Casualidades» que parecen escritas como un guión de ficción y salen rodadas a tus pies. Sin esperarlo y seguramente sin merecerlo. Eso pasa, y cuando te cuadra, empiezan a cuadrar muchas más cosas.
Empiezas a intentar hacer las cosas bien porque tienes que corresponder tanta suerte, pero lo haces con la libertad de que no te estás obligando. De que todo es bueno. Y encima Dios te da más. Y todo sale genial.
Pero aterrizando en la cuestión, hoy no buscaba espectáculo. Tenía un plan en la cabeza, y «casualmente» ha salido otro. Una conversación distinta que no esperaba.
Y una viga en el ojo enorme. ENORME. Que he sido incapaz de ver por mucho que supiera que algo iba mal. Y se supone que llevo 10 años entendiendo de qué va esto, rescatado mil veces.
Por eso nuestra autocrítica, por honesta que sea, no vale. Por eso necesitamos ayuda para entender nuestros errores. Por eso nos arrepentimos y experimentamos el perdón.
No banalicemos el valor de los sacramentos. Si no lo has experimentado, no tienes derecho. Si lo has vivido, sé consciente y consecuente con lo que supone: vía directa con Dios.
Al final, el círculo se cierra. El Bien llama al bien. Y podemos experimentar el amor de verdad. El real. Brota de nuestras heridas, de nuestros esfuerzos. Humano y divino. Auténtico. Gracias por rescatarme y salvarme, un día más.
Alvaruky