Estos días estamos siendo testigos, con cierta perplejidad, cómo algunos medios de comunicación están tergiversando un escrito del arzobispo de Burgos, D. Fidel Herráez, a propósito del proceso de beatificación de Marta Obregón.
En ese escrito, entro otras cosas, dice: «Marta también es un estímulo para vivir todas las virtudes cristianas que ella fue descubriendo: la alegría, el servicio, la entrega… Pero, en especial, la grandeza de la castidad, como se hace visible cuando resiste y lucha hasta morir asesinada por defenderla».
Recordemos que Marta Obregón murió a manos de su violador por defender su castidad. El asesino, conocido como ‘El violador del ascensor’, no consiguió su objetivo pero asestó catorce puñaladas que acabaron con la vida de una católica enamorada de Dios y que quería ser misionera itinerante.
La Iglesia lo que pretende es resaltar la heroicidad de Marta, no que todas las chicas que sufran una agresión sexual, tenga que anteponer su vida a su castidad. Evidentemente, todos no somos iguales. Pero es de justicia reconocer que si alguien lleva la defensa de su cuerpo hasta sus últimas consecuencias, se destaque su heroicidad.
Queremos recordar a esos medios de comunicación que la mala no puede ser la que defiende su integridad de su cuerpo hasta sus última consecuencias, sino el infame agresor.