Estamos en tiempo de Comuniones y es triste ver lo que se gastan las familias en este acontecimiento de la vida de un niño, dejando en un muy segundo el significado real del Sacramento.
A este propósito, Irene Villa ha escrito una reflexión que podemos leer en Cope. Irene que, tras un atentado de ETA perdió las piernas y algunos dedos de una mano, es todo un ejemplo de superación y así se ha expresado:
«El principal gasto es el banquete, pero también la música, la barra libre, las trajes, el fotógrafo, peluquería, maquillaje, flores, ramos, diademas…» Irene asegura que «lejos de ensalzar el gran paso espiritual hacia la fe, cada vez se parece más a una boda. Es triste que recibir el cuerpo y la sangre de Jesucristo pase a un segundo plano porque la celebración eucarística quede eclipsada por la fiesta de después».
«Mis sobrinos, afortunadamente en nuestra familia no se cumplió. Principalmente porque lo que importa de verdad es la fe. Porque ni la fiesta, ni los regalos, ni siquiera ese protagonismo del que gozan los niños en su comunión han de tomar un papel mucho más importante que recibir ese regalo tan potente y vital a lo largo de la vida como es la espiritualidad»
¡¡Cuanta razón tiene Irene Villa!!
En este enlace de Cope puedes leer más sobre la reflexión de Irene Villa.