“Sí, esa luz al otro lado del firmamento, que brilla más allá de todo, más allá de los mundos más altos, sí, esa luz es la misma que brilla en el corazón del hombre”
Mi nombre es Ana Almudena, tengo 18 años y soy de Sevilla. Me podría definir como una chica a la que le encanta salir con sus amigos, escuchar música y sobre todo leer. Vengo de una familia corriente. Con sus virtudes y defectos que nos quieren profundamente a mi hermano y a mí.
Mi madre hasta no hace mucho se definía como una católica no practicante. Sin embargo, desde que soy muy chica siempre me ha hablado de Dios, como una hija habla de su padre, con un amor profundo… Cuando hice la comunión, mi padre decide apuntarme a catequesis de postcomunión. Se había enterado que allí los niños se lo pasaban muy bien y que se hacían muchas actividades. Será ahí donde doy mis primeros pasos en la FE. Pero no os voy a mentir, tenía una FE, heredada por mi abuela y mi madre que era cómoda y egoísta.
En mi parroquia había formado una familia y era donde era feliz. Sin embargo, una serie de problemas con 15 años hacen que me separe de todo lo que tiene que ver con la Iglesia y con Dios. Mi director espiritual, que lleva desde los 10 años, acompañándome, y un amigo juegan un papel súper importante en este momento de “desierto” . Ellos son los que me acompañan y reconducen hacia Dios de nuevo. Fueron unos lápices en manos del Señor.
A los 16 años, mis padres me “obligan” a hacer un encuentro de juventud, del movimiento de cursillos de Cristiandad . En él es donde no sólo me encuentro con Dios, sino que además me doy cuenta de que Dios tiene un proyecto para mí, y que sólo espera mi Sí. No puedo describir con palabras todo lo que viví en 48h. Sin embargo, como dice un buen amigo, “Es como meterse a Cristo en vena”.
A los pocos meses me propusieron hacer los ejercicios espirituales de San Ignacio de Loyola, de la vida corriente. En esos seis meses, descubro que Dios es el motor de mi vida, que Él es el que mueve cada latido de mi corazón, que vive en mí y que sobre todo me ama profundamente. Pues la vida está llena de “Diosidencias/Jesualidades”. A veces la respuesta a nuestros grandes interrogantes, está en una sonrisa de una persona, en un abrazo, en la frase que hay labrada en un mantel de una iglesia, etc… Sólo hay que abrir bien las orejas y escuchar… Como dice un amigo, “Todos pertenecemos al gran proyecto, el proyecto de salvación de Jesucristo”
También el año pasado hice el Camino de Santiago. Ahí junto a mi comunidad parroquial me di cuenta, que ese camino, es como la vida. A veces tendrás dificultades, pero siempre tendrás a una persona al lado para ayudarte, una persona que no sólo será tú bastón si no que además te llevará por el buen camino, el camino hacia la felicidad… Pues el camino no se hace, el camino te hace. ¿Quién es tu bastón en la vida?
A día de hoy se me pone de gallina la piel, cuando rezo con mi madre, o cuando mi padre me dice que ha hablado con Borja, mi acompañante, y sobre todo, cuando me paro y miro a mi familia y es ahí cuando me doy cuenta que nos une Dios, y que Él es el corazón de nuestra piña.
Hoy sigo avanzando en mi FE, en mi comunidad, dando catequesis, recibiendo, reuniéndome con mi grupo de encuentro, en el voluntariado donde colaboro, en un “apartado” barrio desfavorecido de Sevilla, en la dirección espiritual. Pues ahí descubro que Dios me ama y no me abandona . Además, participo en las actividades que organiza la “Delegación Juvenil de Sevilla”, en la que tenemos actividades como noche de cultura y fe, convivencias, adoresmus, etc… Todo esto son pequeños regalos que Él nos da, y que simplemente son apoyos porque el único importante en esta historia es Dios. Pues Él es el motivo verdadero de mi felicidad. “He aquí la sierva del Señor, hágase en mí según tu palabra” 1,26-38
Ana Almudena López Florido