El Señor me previene hoy de las terribles consecuencias a las que puede llevar la deslealtad hacia Él. No me puedo fiar del Maligno, o de mis envidias, orgullos y vanidades. He de fiarme, más bien, de Ti, Señor, que me recoges en la tiniebla, que me rescatas en la noche.
Hoy, nos narras la parábola del hombre con sus trabajadores. Que sea fiel en lo poco. Que ame al Hijo que has enviado, que pida perdón por cada vez que le he negado.
Te doy gracias por regalarnos tu presencia perenne y el ejemplo de tu Madre, María.