Robert Hugh Benson escribió una de las más inquietantes y, al mismo tiempo, esperanzadoras novelas apocalípticas. Nos referimos, claro está, a su Señor del mundo (traducido también en ocasiones como Amo del Mundo), una novela imprescindible que marca a quien la ha leído, como confesaba Benedicto XVI, y que el mismo Papa Francisco ha recomendado vivamente.
Señor del mundo merece situarse al lado de Un mundo feliz de Aldous Huxley y 1984 de George Orwell como un clásico de la ficción distópica. De hecho, aunque las obras maestras modernas de Huxley y Orwell merecen un mérito igual a ella como obras literarias, son claramente inferiores como obras proféticas. Las dictaduras políticas que hicieron de la novela-pesadilla de Orwell un poderoso presagio ya son historia. Hoy, su fábula de mal agüero sirve solo como un oportuno recordatorio de lo que fue y puede volver a ser, si no se hace caso a los avisos de la historia. Por el contrario, la novela-pesadilla de Benson se está verificando ante nuestros ojos.
En el mundo descrito en Señor del mundo un insidioso secularismo y un humanismo sin Dios han triunfado sobre la religión y la moralidad tradicional. Es un mundo donde el relativismo filosófico ha triunfado sobre la objetividad; un mundo donde, en nombre de la tolerancia, no se tolera la doctrina religiosa. Es un mundo donde la eutanasia se ejerce ampliamente y la religión apenas se practica. El señor de este mundo de pesadilla es un político de apariencia benéfica decidido a alcanzar el poder en nombre de la “paz” y decidido a destruir la religión en nombre de la “verdad”. En semejante mundo, solo una Iglesia pequeña y desafiante se mantiene en pie contra el demoniaco “Señor del Mundo”.
Una lectura altamente recomendable para entender los retos del mundo de hoy y apreciar las profecías que antaño se profesaron y se están cumpliendo delante de nuestros ojos. ¡Ánimo! Nos queda mucho camino por recorrer pero hay que caminar y sabemos que Dios ha vencido al mundo y que al final el Inmaculado Corazón de María triunfará.