Hoy, el Señor desea dejarnos claras unas cuantas cosas. Debemos dejarnos amar. El que nos dé agua por ser de Cristo no se quedará sin recompensa, igual que todos los que decidimos entregar nuestra vida a Cristo en alguna de las múltiples formas que nos ofrece. De este modo, ojalá sepa entregarme por mis hermanos. Esto es, ojalá sepa amar al que tengo al lado, a la que tengo al lado, a pesar de las dificultades, y nuestras diferencias. El Señor nos regala estas sentencias. Dialoguémoslas con Él. Sé valiente.