Cuando sales de convenio de estudios, o te vas al extranjero por lo que sea, te separan de casa muchos kilómetros. Cientos, quizá miles. Y con ello, te alejas de todo lo que quieres y de tus comodidades. Y hasta de lo que creías que a veces te sobraba, pero ahora lo echas de menos -broncas con hermanos, ¿qué horas son estas de llegar?, etc.- Y aunque hoy en día es más fácil estar en contacto con casa, es diferente, estás lejos.
Es distinto, porque si tienes hermanos pequeños, al fin y al cabo, te pierdes como crecen, su día a día. Porque si tienes un amigo enfermo o fallece el familiar de algún otro, no puedes acompañarle. Porque sabes que tu abuelo ya está muy mayor y… en fin, que no puedes ir a verlo todo lo que te gustaría. Porque si te lesionas haciendo deporte, no hay quien te cuide. Porque España entera está en la calle con banderas en un momento histórico… ¡Y tú por ahí a 3000km!
Pero hay algo, de lo cual, si te separas, estás perdido: Dios. Si como en el resto de tu vida, no cuentas con Dios en tu Erasmus, será más fácil que este se convierta en “beber, salir, el rollo de siempre…”, cuatro viajes y un saco de asignaturas aprobadas. Y por tanto, todo lo que te has perdido, será en vano, así como lo que has “ganado”, será superfluo.
Como cambia tu Erasmus, sin embargo, si lo pones en manos de Dios. Si no dejas de ir a Misa, de confesarte, de rezar. O vuelves a hacerlo, si lo habías dejado. O incluso si empiezas, si nunca lo has hecho. Calarás en quien conozcas, dejarás huella en ellos y te harán aprender. Rendirás en el estudio y sacarás provecho. Serás capaz de hacer algo más de lo que todo el mundo hace de Erasmus, algo diferente. Tu día no será un paso de horas continuo por el tablón de Facebook mientras esperas que llegue la noche para tener algo que hacer. Aprovecha el tiempo en tu Erasmus de verdad, ¡que se pasa volando! ¡Ten algo diferente que contar cuando vuelvas! Que puedas decir: ¡he crecido en mi fe!
Y todo ello porque Dios le da un toque sobrenatural a tu vida. Y porque esta etapa, también es idónea para conocerle mejor. Porque en la diversidad a la que te expones y en la apertura de mente que te proporciona una estancia larga en el extranjero, es momento idóneo para reafirmar tus convicciones, o revisarlas si ves que fallan. Pero hazlo de la mano de Jesús y de su Iglesia, que te hacen el camino más fácil.
Así, todo lo que te hayas perdido en casa, cobrará sentido. Tus miedos e inseguridades sólo te harán más fuerte. Y además, volverás siendo mejor que cuando te fuiste, y podrás demostrarlo en tu actitud al llegar, valorando lo que tienes más que antes y aportando más que cuando marchaste. Cuanto mayor sea la distancia, más te acerca la oración. Haz con Jesús, de tu Erasmus, algo sobrenatural.