De rivales a hermanos, gracias al júbilo de la Pascua

Catequesis, Semana Santa

Sin Autor

Vivimos tiempos de oscuridad y confusión. Las guerras, la división, las ideologías enfrentadas, el ruido constante del mundo… todo parece alejarnos del verdadero sentido de la vida. Pero la Pascua llega como un amanecer inesperado, como un gran domingo que no termina, para recordarnos que el Amor ha vencido. Que la Luz ha vencido.

Es el anuncio que lo cambia todo: ¡Jesús ha resucitado!

La tumba está vacía. La oscuridad ha sido derrotada. Y con su victoria, nos deja la mayor de las certezas: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8,12).

Y si Cristo ha vencido a la muerte, ¿qué hemos de temer? Nada.“Los padecimientos del tiempo presente no se pueden comparar con la gloria futura que se va a manifestar en nosotros” (Rom 8,18).

Este no es un tiempo cualquiera. Es tiempo de esperanza. Tiempo de volver a sonreírle al mundo. De no responder al odio con más odio, sino con el amor desarmado y desbordante del Resucitado. Hace unos días, el padre Jorge Oliveira compartía una imagen que lo dice todo: dos jóvenes, rivales en el campo de fútbol, unidos en oración ante el Santísimo. Unidos no por la victoria, sino por la fe. De rivales a hermanos. Eso es la Pascua: La gracia de Dios que une lo imposible. Que hace amable lo que parecía inamable, y soportable lo insoportable.

La Pascua no es solo un día: Es un gran domingo de cincuenta días. Un tiempo para que los cristianos recuperemos el júbilo: ese gozo profundo que brota del encuentro con el Resucitado. Su victoria nos abre las puertas de la esperanza.

Este año jubilar es una llamada. Una oportunidad única para unirnos como Iglesia joven, viva, alegre. Para dejar atrás lo que nos divide y abrazarnos como lo que somos: hijos del mismo Padre. Es tiempo de iluminar el mundo con nuestra fe, nuestro amor, nuestra esperanza.

Como decía san Josemaría: “Que tu vida no sea una vida estéril. Sé útil. Deja poso. Ilumina con la luz de tu fe y de tu amor.’’ Y yo añadiría: Ilumina con el júbilo de la Pascua.

Joven católico, que esta Pascua no pase de largo. No te quedes en lo superficial. Tú, como yo, has sido llamado a ser luz. Deja que el Resucitado transforme tu corazón y conviértete en una antorcha de esperanza para los demás. Ora por la paz. Sé paz.

Somos la esperanza de María. Somos la esperanza del mundo.

Porque el mundo no necesita más ruido, ni más división.

Necesita luz.
Necesita tu luz.
Te necesita a ti.

Alejandro Pinto-Mercado
@alejandro.pintoo_