El empresario sevillano Álvaro Moreno recordado, entre otras cosas, por la gran pancarta que puso en una céntrica calle de Madrid, como ya hiciera en Sevilla, cuando aterrizó con su primera tienda en la capital: «¡Sea para gloria de Dios!».
Ahora ha estado hablando con Omnes sobre su vida de fe. “Cuando abro una tienda digo que sea para gloria de Dios, porque si no es para Su gloria, ¿para qué estamos aquí?”
Su encuentro con Dios, explica, fue un día, en tiempos de pandemia, que: “Escuché las campanas llamando a misa de 9 y, sin saber por qué, me metí en la iglesia. “Entré ‘porque sí’ y algo cambió. Cuando salí de aquella misa pensé ‘esto a mi no me puede faltar’. Dios en su infinita misericordia, me regaló una vida nueva”.
Cuando «el Señor te llama; y cuando el Señor toca el corazón como a mí me lo ha tocado, todo cambia”. “Iba a Misa y el Señor, por medio de la Palabra, de la comunión eucarística…, poco a poco vas aborreciendo ese pecado, aunque ya te digo que salgo de Misa y me falta ‘el canto de un duro’ para volver a caer”, afirma con gracia.
Aunque ahora todo es distinto, sin embargo afirma ser un pecador: “todo lo que tengo es gracias a Dios y por gracia de Dios. Soy un ejemplo claro. No tengo estudios, los pecados capitales me dan fuerte: soy inconstante, impulsivo… cosas que no ‘casan’ con un modelo perfecto”.
“Muchos domingos, en el convento de San Pedro de aquí se Osuna, me pongo a hablar con el Señor y le empiezo a pedir, a pedir… Me doy cuenta que sólo le pido y le digo ‘háblame tú algo, Señor. ¡Venga’! Dime cómo podría yo también consolar un poquito tu corazón, cómo te podría ayudar… , y a los pocos minutos, ¡estoy otra vez pidiendo y dando gracias!”.
Fuente: Omnes