Odio las lentejas

Cambiar el mundo

Sin Autor

Odio las lentejas. Odio las arañas y las serpientes. Odio a los mosquitos. Odio a los que escupen en la calle. Odio a los que hacen pintadas en los edificios nobles, de grandeza e historia, e incluso a los que las hacen en cualquier fachada.

¿Alguien en su sano juicio puede acusarme de incitar al odio hacia esas personas por decir y escribir esto? ¿Alguien con dos dedos de frente pretendería denunciarme por las expresiones de odio que acabo de hacer? ¿Alguien que piense que por hacer estas afirmaciones soy un delincuente y que debería ser juzgado e ir a la cárcel?

Bueno, pues en el caso de que alguien pensara que sí, le digo claramente que podría contar con mi más especial y sincero odio. Porque mi supuesto odio a todos aquellos que atentan contra el derecho fundamental a la libertad de expresión. Y conste que yo no pretendo que esta gente sea llevada a un tribunal, ante un juez y que sea condenada con pena de cárcel.

Les reconozco el derecho que tienen a decir que mis afirmaciones de supuesto odio son un delito de odio y merecedoras de cárcel. Como reconozco que quien afirma que asesinar cucarachas rociándolas con un tóxico insecticida es un “cucarichizida” o quien pisotea un hormiguero que invade su jardín es un genocida de pobres e inocentes hormigas. Pueden decir eso y un montón de cosas semejantes. Pero con toda razón se les puede calificar de personas con las que no conviene tener un trato asiduo, aunque te puedan acusar de una supuesta discriminación hacia ellos.

Todo el mundo es libre de decir la estupidez más grande que se pueda imaginar, pero debe de aceptar a su vez que los demás expresen que sus afirmaciones son propias de la idiocia y dignas de ser ignoradas. Odiar a los “cucarichizidas”, no significa que uno odie a quien se propone hacer una escabechina de tan repugnantes bichos en su casa. No supone que debamos denunciar al vecino que pregona que esos bichos deben ser ejecutados sumariamente. Y no supone que quien pregona eso esté usando un lenguaje de odio que debe ser castigado.

El odio a las cucarachas y a los que las defienden no implica que pretendamos aniquilar tanto a unas como a otros. Significa que podemos pisar y aplastar a unas y sentir lástima por los segundos. De ninguna manera queremos que el defensor de las cucarachas sea acusado de odio y llevado a juicio. Ya tiene bastante castigo pensando como piensa y diciendo lo que piensa.

Pero de la misma manera quien dice que odia la pedofilia y a los pedófilos, no puede considerarse que esté haciendo un llamamiento a linchar a los pedófilos y que por tanto debe ser acusado de odio hacia ellos porque los está poniendo en peligro y hay quien pueda despreciarlos y atacarlos.

De igual manera, el que piensa que es mejor una sociedad en la que las familias sean numerosas y que haya alguien que se dedique a tiempo completo a la atención de niños que son vulnerables, necesitan de una especial atención, cariño, educación y que además, existe el pequeño detalle de que son sus hijos, sean acusados de machismo.

Pensar que la mujer debe cuidar del hogar porque está mucho más capacitada que el varón para esa tarea y que éste debe salir de casa para ganar el sustento de su familia es un lenguaje reaccionario, desestabilizador y peligroso para la sociedad, además de un lenguaje de odio hacia la ideología feminista radical y hacia las feministas radicales… es llevar demasiado lejos las cosas.

Y sí, asumo el riesgo de que alguien pueda acusarme de estar incitando al odio hacia quienes luchan por derrotar a los supuestos propagadores del heteropatriarcado machista. Aunque en realidad no es verdad. No los odio en abosuto. Simplemente los compadezco.