Hola juventud de Dios, vuelvo al ataque para ayudar a este magnífico proyecto.
Acaban de terminar las vacaciones y la mayoría de nosotros nos preparamos, si no hemos empezado ya, para la vuelta a los estudios o al trabajo y a la rutina. Os quería comentar una pequeña afición que tengo que a algunos de vosotros os parecerá rara. Escribo cartas a Dios, a su madre y puede ser que le escriba a los santos de Dios en alguna de ellas.
Porque acudir a los santos nos puede ayudar para que intercedan por nosotros a Dios porque, como dijo una persona, no podemos desaprovechar ningún medio para alcanzar la eternidad, estar eternamente con Dios y poder descansar a sus pies como un siervo que ha hecho lo que debía hacer y lo único que quiere es descansar.
Las cartas que escribo me sirven para mantener una conversación con Dios y hablarle de lo que tengo en el corazón y lo que me preocupa. O para hablar con mi madre del cielo y ponerme en su regazo. En las pocas cartas que he escrito, que tampoco son gran cosa, me he fijado que hay una palabra que se repite mucho. Esa palabra es Amor. El amor como hijos de Dios es lo que nos da sentido para seguir el camino porque seguimos a Cristo por amor. Podemos haber llegado a Él por la razón, pero siempre acabas en querer amar a Dios sobre todas las cosas.
Por eso cuando nos podemos sentir alejados de Dios o que no tenemos fuerzas para seguir, el clavo al que nos aferramos para no separarnos de Él es el amor. Saber a ciencia cierta que, a pesar de que las cosas a veces no salgan bien, Dios nos quiere y nosotros también le queremos amar. Este verano para algunos puede haber sido un momento difícil para su vida espiritual o puede ser que al revés, que haya sido un momento que te has acercado aún más a Él.
Ahora, que volvemos a la rutina, es un buen momento para buscar a un amigo o un sacerdote para hablarle de porqué ha sido un verano malo, si lo ha sido, para nuestra vida espiritual. Pero sin presiones. Cuando hablas y muestras tus preocupaciones o lo que te está costando seguir a Cristo estás mostrando que quieres amar a Dios y seguirle con todo. En esa conversación, que puede ser en una terraza tranquila y con una cerveza en la mano, seguramente Dios te hablará y te mandará su Espíritu Santo para que te ilumine y salgas de la noche, como lo llama san Juan de la Cruz.
Porque si realmente amas a Dios o quieres amarlo con todo lo que tengas que más da que tu amigo de confianza, que te conoce muy bien y te quiere, o que el cura que conoces desde hace tiempo y tienes confianza sepa tus problemas. Y oye si espiritualmente te ha ido bien porque no pensar en grande este nuevo curso. Haya pasado lo que haya pasado en el verano lo importante es AMAR a Dios y querer volver siempre junto a Él aunque nos hayamos alejado.
¡Ánimo con el nuevo curso, jóvenes católicos!
Alberto Miranda