Hace algún tiempo y, enmarcado en un debate sobre conflictos entre distintas generaciones, un médico inglés, harto de que los padres, y la sociedad en general, acusase de forma despiadada a los adolescentes de ser los causantes de gran número de los problemas intrafamiliares dio una conferencia en la que leyó cuatro citas, para que después cada uno saque su propia conclusión:
Primera cita: “Nuestra juventud gusta del lujo y es mal educada, no hace caso a las autoridades y no tiene el menor respeto por los de mayor edad. Nuestros hijos hoy son unos verdaderos tiranos. No se ponen en pie cuando entra una persona anciana. Responden a sus padres y son simplemente malos”.
Podríamos decir, sin confundirnos mucho, que muchos padres de la actualidad pensarían lo mismo de alguno de sus hijos o del hijo de algún conocido.
Segunda cita: “Ya no tengo ninguna esperanza en el futuro de nuestro país, si la juventud de hoy toma mañana el poder, porque esta juventud es insoportable, a veces desenfrenada, simplemente horrible”.
Sin duda alguna, esta idea, casi axioma hoy en día, no lo discutiría casi nadie. ¿Cuántas veces hemos escuchado: si estos jóvenes serán quienes nos gobiernen y se responsabilicen de los trabajos en el futuro, que será de nosotros?
Tercera cita: “Nuestro mundo ha llegado a un punto crítico. Los hijos ya no escuchan a sus padres. El fin del mundo no puede estar muy lejos”.
Esta cita, a mi juicio, es esencial, los hijos no escuchan a los padres. Cierto es en más de una ocasión, pero frente a la desesperación de la desidia y falta de compromiso de los hijos díscolos, nos tendríamos que preguntar una cosa: ¿qué hacemos nosotros para evitar o minimizar eso? Antes de contestar a la pregunta tomaré prestada una frase que dijo Napoleón cuando le preguntaron que era lo importante para poder ganar una guerra, a lo que respondió: hay que tener tres cosas, dinero, dinero y dinero. Estableciendo un paralelismo simplemente estético, ahora sí responderé a la pregunta formulada antes, ¿qué podemos hacer los padres para que los hijos nos escuchen?, y mi respuesta es: hay que tener tres cosas: paciencia, paciencia y paciencia.
Cuarta cita: “Esta juventud está malograda hasta el fondo de su corazón. Muchos jóvenes son malhechores y ociosos. Jamás serán como la juventud de antes. La juventud de hoy no será capaz de mantener nuestra cultura”.
Ante esta aseveración siento discrepar de forma profunda. Jóvenes malhechores y ociosos ha habido y habrá siempre, es consustancial del ser humano. Y sobre que la juventud de hoy no podrá mantener nuestra cultura, que les voy a decir, es una banalidad supina, la Cultura se mantiene sola, la Historia de la Humanidad lo atestigua. Épocas más salvajes, inhumanas y desoladoras han asaltado a las sociedades desde la sinrazón de los guerreros de Esparta hasta el desprecio total por el Hombre del marxismo leninismo.
Según iba diciendo sus citas, el doctor Ronald Gibson, iba comprobando como la audiencia asentía de forma clara ante cada una de ellas. Al acabar la cuarta, se detuvo unos instantes comprobando como la gente murmuraba comentado lo que acababa de oír. En es e momento el doctor reveló el origen de las frases, diciendo lo siguiente:
La primera frase es de Sócrates (470 399 A .C.)
La segunda es aún más antigua, de Hesíodo ( 720 A .C.)
La tercera se remonta a un sacerdote anónimo del 2.000 A .C.
La cuarta est aba escrita en un vaso de arcilla descubierto en las ruinas de Babilonia (actual Bagdad), con más de 4.000 años de existencia.
Con esto solo quiero hacer ver que los adolescentes son como son, les ha tocado vivir una sociedad deshumanizada, que piensa en el transhumanismo como recurso para dar explicación a todo. De esta manera el relativismo moral queda superado y el laicismo des borda ante la intención clara de superar cualquier atisbo de espiritualidad al que el hombre pueda apelar. En este contexto, los jóvenes se encuentran perdidos, en lo colegios no aprenden normas básicas de moralidad, de humanidad, de hacer el bien. El individualismo se ha extremado con las nuevas tecnologías, de tal manera que la juventud se aísla de forma patológica y de aquí muchos de los problemas psicológicos que les afectan.
El problema no es de los jóvenes, es de quienes se han empeñado en dejarles ser así, lo malo es que ellos son quienes lo sufren. Las leyes de educación obsoletas e inútiles provocan que los jóvenes tengan graves de problemas de integración laboral debido a su falta de formación específica y humana. En España en la actualidad este problema es más que evidente, tenemos necesidad de cubrir más de 140.000 puestos de trabajo y los jóvenes cuando lo intentan, muchos de ellos fracasan y lo dejan de forma prematura, al no tener la personalidad suficiente como para afrontar el reto laboral. ¡Aquí es donde hay que incidir, señores legisladores y medios de comunicación!
Por lo demás, solamente me queda decir una cosa. El doctor Gibson, tras exponer sus cuatro citas, concluyó refiriéndose a los padres:
«Señoras madres y Señores padres de familia:
¡¡¡RELÁJENSE… LA COSA SIEMPRE HA SIDO ASÍ… GRACIAS A DIOS!!!
José Carlos Sacristán