El verano del año pasado los médicos diagnosticaron a Belén Domínguez un tumor intramedular por el que tuvieron que intervenirla sin muchas garantías. “Me dijeron que tras la operación me podía quedar tetrapléjica, que podía afectar a la respiración, que me podía morir o pasar cualquier cosa. Pero desde que me dieron la Unción de Enfermos, antes de entrar en quirófano, he tenido mucha paz, Dios me ha dado fortaleza”, comenta a Aciprensa.
A pesar de haber perdido movilidad y sensibilidad, afirma que lo que no ha perdido nunca es la confianza en Dios. “Él me lo ha mandado para hacer mejores a los demás, y creo que mi papel aquí, a día de hoy, es evangelizar y dar ejemplo de mi fe. Yo soy un mero instrumento”.
agradece cada día el poder tener a su familia a su lado, a sus amigos, y especialmente a Emilio, con quien tenía planeado casarse este mes de mayo. “Aunque nuestros planes han cambiado, hemos descubierto que los planes de Dios son perfectos y que tengo que estar aquí por algo”.
Todo los días, el capellán del hospital le lleva la Comunión. “Realmente es lo que más feliz me hace porque es mi mejor medicina. Empiezo el día feliz, con muchísimo gozo. Me despierto y ya estoy contenta”.
“Ahora cada día rezo más, porque es cuando más feliz soy. A través de la oración he descubierto que Él es lo primero, Él es lo único… es todo gracias a Él, entonces yo acepto la enfermedad y estoy muy feliz”.
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Fuente: Aciprensa