Sí , el sufrimiento en el plano conceptual está de moda. Muchos son los que se levantan temprano para salir a correr, los que siguen una dieta para está delgados, incluso hay un cierto renacimiento de la cultura estoica. Es buscar la incomodidad, conscientemente, para mejorar nuestra vida.
Pero cuando llega un sufrimiento no buscado, inesperado y, por ello, inoportuno, nos descomponemos y nos enfadamos con la vida y con todo lo que nos rodea. No lo aceptamos porque «esto no estaba previsto». Como si la vida fuera previsible en todos sus aspectos…
Sin desmerecer el sufrimiento buscado, el que llega sin pedir permiso, es el que más nos ayuda a crecer, siempre que luchemos por hacerlo nuestro e incorporarlo a nuestra vida. Todos sabemos que el sufrimiento llegará tarde o temprano a nuestra vida. El problema, muchas veces, es que llega en la forma y en el tiempo que «no nos viene bien».
No soy ningún experto, pero es verdad que he sufrido y estoy sufriendo uno de los peores sufrimientos que, como padre, se pueden tener. Hace dos años falleció mi hijo Jaime con 7 años y ahora estamos en el hospital con otro hijo que ha tenido un trasplante de médula y que se ha ido complicando poco a poco cada día un poquito más. De hecho, estas líneas las escribo desde el hospital, al lado de la cama de mi hijo.
Para sobrevivir a estos sufrimientos, la verdad es que he hecho y estoy haciendo lo que puedo… No he seguido ninguna guía para superarlos y, muchas veces, me he perdido en mi propio dolor. Es decir, me he equivocado muchas veces y no he incorporado ese sufrimiento a mi vida y lo he intentado apartar. Vamos, que no soy ejemplo de nada.
Pero sí que puedo identificar algunas cosas que me han ayudado a llevar mejor el sufrimiento y el dolor:
1. Lo primero, aunque parece un tópico, la familia. Cuando un miembro de la familia sufre, todos sufren, y es muy bonito poder hablar de cómo nos sentimos en la intimidad familiar, sin tapujos y sin sentirse juzgado.
2. El deporte. Para mi es vital, para otros puede ser leer un libro, pasear por el campo… En definitiva se trata de seguir haciendo las cosas que te gustan y que, en el fondo, lo que hacen es que descanses tu cabeza y tu cuerpo.
3. Rezar. Sí, suena muy arcaico y como pasado de moda, pero saber que hay Alguien que te escucha íntimamente en lo escondido de tu corazón y al que le importas realmente, es muy consolador y de una eficacia eterna.
Así, con más errores que aciertos, estoy intentando sobrevivir a los sufrimientos y estoy intentando que estos sufrimientos sirvan para ser más humano, más cariñoso, más cercano… En definitiva que me sirvan para amar más.