La paz os dejo, mi paz os doy

Oración, Ser Cristo Día a Día

Ser Cristo Día a Día

Jn 14, 27-31

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. No se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Habéis escuchado que os he dicho: «Me voy y vuelvo a vosotros». Si me amarais os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo. Os lo he dicho ahora antes de que suceda, para que cuando ocurra creáis. Ya no hablaré mucho con vosotros, porque viene el príncipe del mundo; contra mí no puede nada, pero el mundo debe conocer que amo al Padre y que obro tal y como me ordenó.

—¡Levantaos, vámonos de aquí!


 

Jesús, la paz que Tú traes es una paz radicalmente distinta a la que da el mundo.

También es radicalmente distinta de la que yo mismo puedo ofrecer a los demás. Mi paz está siempre limitada en el tiempo y, sobre todo, está ligada a las circunstancias que vivo. Una cosa que me ocurre mucho es que en cuanto esas circunstancias cambian, la paz también la pierdo.

La paz que Tú me ofreces no está ligada a las circunstancias, sino a Ti mismo. y Tú nunca fallas. Soy yo quien falla, en cambio Tú siempre eres fiel.

Me parece, Jesús, que el verdadero secreto de la fe es nunca soltarme de tu mano, Jesús. Y es esto mismo lo que me mantendrá en paz a pesar de todo lo que me ocurra en la vida.

A veces, me da la impresión que quien tiene esta paz no experimenta los mismos miedos o las angustias y sufrimientos de la vida. Tú no me dices eso. Sino que, simplemente, cada vez que me encuentre en una de “esas tormentas”, sólo debo ir al fondo de mi corazón, encontrarme Contigo y así sentiré esa paz estable, inexpugnable. Esa paz que nada ni nadie puede arrebatar.

En este sentido, muchas veces sólo “te utilizo” y me sirvo de la oración porque quiero cambiar las cosas difíciles, pero Jesús ayúdame a entender que la verdadera finalidad de la oración es recuperar esta paz de fondo que Tú me das y que no viene del mundo.

«No se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo. Habéis oído que os he dicho: Me voy y volveré a vosotros. Si me amarais, os alegraríais de que me vaya al Padre, porque el Padre es más grande que yo. Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que, cuando suceda, creáis».

Jesús, creo en Ti y en Tu Palabra. Me ayuda decírtelo para “desobedecer” al miedo que me “ronda” a veces…

Ayúdame a arrancar de mi corazón las “malas hierbas” de la seducción del miedo. Así experimento la verdadera paz. Quiero confiar en Ti.

¿Hay personas que me llevan a perder la paz? ¿En qué situaciones o en qué momentos pierdo la paz? ¿Acudo a Ti cuando percibo que pierdo tu paz, Jesús?

¡Jesús, cuida de nosotros! Quiero tu paz. Madre mía, consérvanos un camino seguro.

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