¿Cuántas veces yo te he clavado en esa cruz? ¿Cuántas veces te he negado?
La crucifixión era una muerte muy dolorosa y cruel en tiempos de Jesús. Las palabras que salían de la boca de los crucificados eran gritos de dolor.
Jesús pronunció palabras de perdón y amor. El Calvario se transforma en el monte del sacrificio redentor. Las primeras palabras fueron:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
Una oración y petición al Padre de perdón, a pesar de su terrible sufrimiento. Esta petición nos enseña a perdonar incluso a quienes nos han herido profundamente, a extender la misericordia divina a los demás. Ten misericordia de ellos porque ignoran el mal que hacen.
“Hoy estarás conmigo en el paraíso”
Jesús está clavado en la cruz, abandonado y humillado. Incluso en los momentos más oscuros, la misericordia de Dios llega a los que se arrepienten sinceramente. Palabras de esperanza y de que la muerte no es el final.
“Mujer, ahí tienes a tu hijo…..Ahí tienes a tu madre”
El cuidado y la entrega de la madre al discípulo es el supremo testamento de amor que nos deja Jesús, en medio de su agonía. María representa aquí la nueva Eva, investida de una maternidad espiritual que la hace más grande que cualquier otra criatura. Madre de toda la humanidad. María es madre de la Iglesia, nuestra Madre.
Estas palabras nos llaman a cuidar y amar a nuestra familia y comunidad.
“Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
Grito de angustia al experimentar la separación de Dios, el abandono total por el peso de nuestros pecados. Jesús comprende nuestro dolor y nuestras luchas, Él las ha padecido también. Asume la desolación, la angustia, el miedo a la muerte que anidan en el corazón del hombre. Es una hora oscura y también de máxima fecundidad, su ofrenda suprema. Es un misterio. Es el comienzo del Salmo 22 que termina con una entrega confiada.
“Tengo sed”
Son palabras vivas y actuales aquí y ahora. Nos recuerda su humanidad y necesidad física, pero también su sed espiritual, sed de amor. ¿De qué tiene sed Jesús?
Si nosotros no correspondemos a su amor, Él seguirá teniendo sed y buscándonos. Hoy, podemos ser conscientes de las necesidades de los demás y buscar aliviar su sed.
“Todo está cumplido”
Cumplió su misión redentora en la cruz. Todo ha acontecido según el designio del Padre. Es la hora cero de la historia, la hora de la plenitud, el gran silencio. Lo acompañamos en la cruz, sin decir nada, en oración.
Vivamos hoy con la confianza de que Dios está obrando en nuestras vidas.
“Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
En su último aliento, Jesús confió en Dios. En esta entrega total de sí mismo se encuentra la plenitud de la paz. Un acto de abandono filial.
Hoy, podemos confiar en que Dios nos sostiene en todas las circunstancias. Aunque no lo sintamos cerca, Él está, no nos abandona y, además, sufre con nosotros. Y nos revela el final de la historia:
El Amor es más fuerte y ha vencido.
Marienma Posadas