La misericordia es a la vez un Don y una Tarea, una doble tarea.
Ya hemos visto que la misericordia es un don de Dios, que se me da gratuitamente, por puro amor de Dios. Pero es tarea nuestra aprovechar (acoger) la misericordia. La forma concreta de aceptar la misericordia es, como hemos visto, la conversión; es decir: rechazar el pecado y volver a la comunión de amor con Dios.
Pero la conversión no es la única tarea que implica la misericordia, Como dice el Papa Francisco: Haber experimentado la misericordia divina nos obliga a ser misericordiosos con los demás, perdonando a quién nos ha ofendido.
No es fácil perdonar, entre otras cosas porque no siempre se entiende bien qué es el perdón, en qué consiste el perdón que debemos ofrecer a los demás. El perdón que Dios nos pide…
Equivocadamente algunos identifican el perdón con olvidar la ofensa. Así entendido, se habría perdonado cuando ya no me acuerdo de nada, y en consecuencia: si recuerdo la ofensa sería imposible el perdón.
También equivocadamente otros piensan que perdonar es dejar de sentir la ofensa. Pero esta visión errónea del perdón nos llevaría a los mismos errores que en el caso anterior.
Es necesario entender que el perdón no es un acto de la memoria ni del sentimiento, sino un acto (una decisión) de la Voluntad. Perdona el que tiene la voluntad de perdonar, el que rechaza la venganza y decide ofrecer el bien a quien me ofendió.
En definitiva perdonar es ahogar el mal en abundancia de bien, vencer al mal con el bien.
Esto tiene una conclusión muy hermosa y consoladora : El que quiere perdonar, de alguna manera ya ha perdonado.
No es correcto decir quiero perdonar pero no puedo. Porque si de verdad quieres perdonar, si eres capaz de rezar aunque solo sea un padrenuestro por quien te ofendió, en gran medida ya has perdonado; ya has hecho el bien a quien te ofendió.
Y eso es lo que Dios nos pide, que en lugar de elegir la venganza, en vez de hacer un daño a quien me ofendió; sea capaz de elegir el bien, de hacer el bien. Así visto podemos entender que el perdón: ni es una debilidad ni una injusticia, sino una victoria del bien sobre e mal.
¿Razones para perdonar? ¿Por qué tengo que perdonar? Se me ocurren al menos tres motivos.
1 Si Dios me ha perdonado mis pecados. ¿Por qué no voy yo a perdonar a los demás? (Lo que más ayuda a perdonar es saberse perdonado)
2 Si yo he necesitado el perdón, si yo he pedido perdón a los demás. ¿Por qué voy yo a negar a otros lo que he pedido para mí? (Perdonar, en el fondo, es algo muy humano)
3 El que mas gana perdonando es uno mismo, que se libera de la tristeza y del rencor. Si quieres ser feliz en la vida debes aprender a perdonar.
P. Luis Ángel Jiménez