Con 12 años y sin que sus padres lo supieran, envió una solicitud para entrar en el seminario. Así es Víctor Carrasco Muñoz, el párroco del pueblo extremeño de Garlico.
Pero este sacerdote, además de ser un enamorado de Dios es torero. Sí, como lo han oído es tan aficionado al mundo del toro que gusta torear por localidades extremeñas. «Siempre voy vestido de sacerdote y cuando salgo a las plazas lo hago con sotana o con clergyman. Esa es mi ropa, la que uso a diario y no tengo otra», afirma en una entrevista concedida a ABC. Es una de sus formas de dar testimonio.
Explica cómo ha empezado a seguirle mucha gente en redes sociales y algunos que estaban alejados han vuelto a la Iglesia.
Gran defensor de la tauromaquia, ve similitudes entre ésta y la fe católica comparándolas de una forma muy bonita. «Al igual que en una corrida, en una misa hay una liturgia: cuando un sacerdote canta su primera Misa, se dice misacantano y al torero, cuando toma la alternativa, se dice toricantano; el traje de luces tiene la riqueza de la ropa litúrgica. También existen similitudes en la preparación antes de celebrar la Misa y antes del paseillo; en esa soledad, en esa concentración. Es cierto que el toreo es un arte cruento y la misa es incruenta, pero hay un sacrificio en el altar donde Dios se inmola por nosotros».
Dice que algunos pintan el mundo de plastilina pero en la vida y en la muerte hay sangre y hay que saber luchar con gallardía, sabiendo caer levantarse una y otra vez.
Este cura y torero, al que algunos llaman «El padrecito», afirma que la Iglesia tiene que se valiente y mostrar la verdad del Evangelio sobre todo en un mundo en el que no hay paz ni alegría.
Fuente: ABC