Querid@s hij@s: Escuchando la radio un día de noviembre, hace ya algunos años, una chica llamó a la radio y entre risas comentó lo siguiente:
“Fui al geriátrico a ver a mi abuela y me explicó muy ilusionada que el viernes tenían fiesta, merienda, dulces, chocolates… y todo porque venía Jesulín (personaje de moda en las revistas de entonces). Al comentar el evento con la enfermera del centro, me aclaró que no venía Jesulín, sino que celebraban Halloween.”
Y eso que empezó hace años, como de broma, que ni sabíamos pronunciar ni escribir, se está metiendo en el calendario y en nuestras vidas como algo importante, como de la familia.
El tema levanta muchas suspicacias, tiene seguidores fervientes y detractores beligerantes. Y otros muchos que ni pinchan ni cortan pero que siguen la moda.
Como todos los temas que no son de ideal, de honra o de fe, es un tema opinable. A papá y a mí, en concreto, no nos gusta mucho esta fiesta. No tanto porque la consideremos demoníaca ni cosas así, sino porque va supliendo la fiesta verdaderamente importante de Todos los Santos.
Nos gusta la fiesta de todos los santos. Nos gusta porque es tradicional y culturalmente nuestra y nos gusta porque es el momento de recordar a nuestros familiares que han muerto y rezar por ellos.
Nos gusta celebrar la fiesta haciendo la castañada si estamos en Lleida (que es típica aquí en Cataluña) comiendo castañas y panellets,o buñuelos o huesos de santo si estamos en Carbonero.
Nos gusta reunirnos la familia para rezar el rosario por los que ya no están, y también ir a visitarlos y ponerles flores en el cementerio.
También ofrecer estos días misas de difuntos y hablar a los hijos esos días de la muerte de verdad, no de los difuntos ficticios. Hablarles de los santos y del cielo, de que allí nos encontraremos todos.
Nada que ver todo esto con disfraces feos, transgresores, noche de terror, espíritus macabros, telarañas y arañas, sangre y cuchillos… que entre otras cosas asustan a los niños más pequeños cada vez que lo ven.
Como no le encontramos la gracia ni queremos difundir en nuestros hijos el espíritu de Halloween (noche de muerte, terror y disfraces que dan miedo) nunca os llevamos cuando erais pequeños (ni creo que os lleváramos ahora) a fiestas o reuniones de ese tipo.
Además, como he dicho antes, me da pena que la noche tan importante de todos los Santos pase al olvido. Ya poca gente habla de Todos los Santos y en cambio nadie duda de que Halloween no es lo mismo que Jesulín.
Ojalá vuestros hijos tengan siempre muy claro que lo importante del 1 de noviembre es que se celebra la fiesta de Todos los Santos y que con las castañas y los buñuelos nos reunimos la familia y recordamos y rezamos por los abuelos, padres, hermanos o demás personas a las que quisimos mucho y seguimos queriendo.
Y qué bonita tradición para pasar de padres a hijos.
Un beso muy fuerte.
mamá
Publicado por Querid@s hij@s