Al comienzo de una relación de noviazgo todo es perfecto, como muchos ya sabréis, sentimos mariposas en el estómago, que esa persona es perfecta, que podemos explotar de felicidad y volar estando en una nube. Todo son buenos momentos.
Además, toda persona que esté enamorada sueña con que esa perfección dure por y para siempre, que nunca se rompa aquella nube ni salgan volando las mariposas; sin embargo, lo que no saben es que una buena relación de noviazgo es perfectamente imperfecta.
Así es, ninguna relación es perfecta sin sus imperfecciones, aprendemos a valorar al otro tanto en los buenos como en los malos momentos. Una relación no es relación hasta que no ha habido un mal momento que se ha superado conjuntamente. Y para eso está el perdón.
Bendita palabra que nos salva del desastre, que nos salva de caer en el olvido de las cosas buenas y de condenar algo grande por un solo error pequeño. El noviazgo es cosa de dos, y cuando uno de ellos comete un error y pide perdón, el otro debe siempre perdonar; en el momento en el que uno de ellos pida perdón, y el otro no esté allí para perdonarle será difícil llegar a un futuro feliz.
Los errores sirven para mejorar, si los perdonamos más mejoraremos. Pero no es fácil.
Por un lado está la persona que debe perdonar. Que tu media naranja, la persona que tu creías perfecta te haga daño y cometa un error, te hace pensar si merece la pena; pero es ahí, en ese momento de inflexión donde tienes que traer a la memoria los buenos momentos, las virtudes y fortalezas que el otro transmite y te des cuenta de que, pidiéndote perdón, esa persona está demostrando que quiere luchar por ti, que te quiere y que por mucho que le cueste debe esforzarse y corregirse. Merecerá la pena perdonarle.
Porque, por otro lado, está la persona que pide o debe pedir perdón. Debemos ser sinceros con nosotros mismos, darnos cuenta de que nos equivocamos y de que no merece la pena perder tanto por tan poco. Ser capaz de dejar a un lado tus rencores, tu orgullo y considerar que nada de eso tiene más peso que tu amor por el otro.
El noviazgo está para conocerse y saber si la otra persona es compatible, buscar, aun fallando a esa persona y saber quien sí o quien no, merece ese futuro contigo; saber crecer en el perdón para así lograr y facilitar el camino hacia el matrimonio asumiendo aquellas imperfecciones que lo hacen tan especial.
Es difícil abrir tu corazón y correr el riesgo de que sufra daños, es fácil retirarse en la batalla ante el primer atisbo de perderla, pero también es difícil perder cuando ya has superado hasta las peores batallas y sabes que aun fallando, siempre obtendrás la victoria.
Mª Del Carmen de Loma-Ossorio García