Tía, estoy en el centro y ya han puesto las luces de Navidad, ¡estamos locos! Me he parado un segundo cuando he leído ese whatsapp de una amiga y he pensado que sí, nos habíamos vuelto locos. ¿Luces de Navidad? ¡Si hace un par de semanas aún íbamos en manga corta, si no llevamos tanto tiempo de clase, si hace nada estaba en la JMJ…! Y así un largo etcétera de cosas que aparentemente acababan de pasar en mi vida. Digo aparentemente porque el tiempo vuela y otra vez estamos a las puertas del Adviento.
Ante el Adviento podemos tener dos actitudes: ¡OTRO Adviento más! o… ¡wow, llega el Adviento!
Si elegimos la primera probablemente esas semanas pasen por nuestra vida como una clase aburrida por nuestra cabeza… ¡sin pena ni gloria! Nos sabemos las lecturas de este tiempo de memoria, todos los años la misma corona de velas, cantamos preparad el camino al Señor tres millones de veces… Ponemos el famoso piloto automático de quienes ya se lo sabe todo y podemos repetir al unísono: ¿en serio va a aportar algo a mi vida OTRO Adviento más?
Yo opto, sin duda alguna, por la segunda. Abrir el corazón, dejarse sorprender por EL Adviento -no por OTRO Adviento-. Hacer que las lecturas, los cantos, las coronas de Adviento, etc. sean semilla que caigan en tierra fértil. Que sea realmente un tiempo de preparación para lo que cambió la historia de la humanidad y la sigue cambiando cada año en el corazón de quien se deja: el nacimiento de Dios en una cueva de Belén.
Y tú, ¿qué opción eliges?