Hoy vamos a tratar, en esta nueva catequesis sobre el Padrenuestro, la segunda palabra de la oración. No os preocupéis que la semana que viene correremos un poco más jejej.
Santo Tomás de Aquino nos enseña que cuando el Señor nos indicó que dijéramos nuestro y no por ejemplo mío, quiso hacernos ver la relación que surgía también hacia los demás, hijos de Dios como nosotros y por tanto hermanos nuestros. Así, igual que la semana pasada vimos que lo primero que tenemos que descubrir en Dios es a nuestro Padre, a partir de hoy la oración que tantas veces repetimos nos invita a que sepamos que los demás son nuestros hermanos.
Quizá estemos un poco cansados de oír esto, y tal vez nos pueda parecer un poco clerical llamar a los demás de esta forma. Es cierto, de hecho hasta suena muy cursi ir por la vida llamando hermanos -con esta connotación- a nuestros amigos, a nuestra vecina o al abuelito, y de hecho como somos gente normal a la que le gusta hacer cosas normales no lo hacemos. Lo que sí es importante es tener clara esta relación de fraternidad porque es de ahí de donde nace el respeto hacia todos, que viene precisamente de su dignidad como hijos de Dios, y tras ello el amor también hacia todos, que viene de descubrir ese vínculo de hermandad con cada uno.
Y sí, es evidente que no vamos a llegar a querer a todo el mundo igual -sería raro e inhumano- porque existen diferentes tipos de relaciones: mujer o marido, hijos, familia, amigos, colegas, compañeros de clase o colegio mayor… incluso es como si en tu familia tienes varios hermanos y descubres que hasta a ellos no los quieres de la misma manera… Esto es así, y vuelvo a insistir en que la naturalidad, el sentido común y la normalidad deben reinar… sin descuidar a nadie.
Para acabar te propongo que pienses como vives la fraternidad con todos (no sólo con los que te caen mejor), que te preguntes si descubres en tus hermanos -no carnales sino en Cristo- la dignidad que poseen y si los respetas y quieres convencido de que son hijos de tu mismo Padre. Como propósito: piensa en alguien del que lleves tiempo separado o que necesite de tu cariño y… ¡dáselo!