“Desde que puedo recordar, siempre me he sentido atraído por Jesús. Durante la adolescencia quise convertirme al cristianismo. Pero sabía que sería un escándalo, porque cuando un judío se convierte, su familia, aunque no sea religiosa, lo vive como una traición.
Los caminos de Dios son misteriosos: quería ser cristiano, pero me hice judío ultraortodoxo y luego judío hasid. Mi corazón me llevaba hacia Jesús, pero mi cabeza se resistía y mi identidad judía pesaba más. Un día, por fin, después de un largo camino, Dios retiró el velo de mis ojos…”
Hay decenas de miles de conversiones al catolicismo cada año. Son datos oficiales y conocidos. En Corea del Sur, en Estados Unidos, en varios países de África, etc. Muchas desde iglesias cristianas no católicas y muchas desde el paganismo. Es más difícil constatar conversiones desde el Islam o desde el Judaísmo. La violencia psicológica –y a veces física- que se ejerce sobre el converso, es difícil de soslayar.
Sin embargo esas conversiones se dan. Muestra de ello son dos libros recientes con historias conmovedoras. La última, contenida en el libro “De la kipá a la cruz” de Jean-Marie Élie Setbon, la de un judío que se convierte al catolicismo después de un proceso largo, complicado, casi agotador, sin duda un camino de pura coherencia. Desde los 8 años, Jean Marc –que cambiaría después su nombre al bautizarse- es atraído ardientemente por el crucificado. Era un niño judío francés, rodeado de amigos cristianos y de iglesias, y con una familia judía que apenas practicaba. Pero él es un hombre muy religioso y, a pesar de sus inclinaciones cristianas, decide seguir una de las sociedades judías más radicales, actuando como rabino muy convencido.
Los milagros se dan en la vida, pero es emocionante encontrarse con la narración del milagro con todos los detalles. Cómo Jean Marc llega a bautizarse, no es una cuestión fácil y él lo narra con muchos datos personales de gran interés para el lector. Al final, desde el puro convencimiento, termina madurando su fe y se bautiza, y con él sus siete hijos y su mujer. Un proceso desde el amor de Dios, desde el deseo muy firme de seguirle de cerca.
Algo similar se da en otra historia, muy distinta y muy semejante, la conversión de Mario Joseph –Sulaiman- desde una posición de privilegio en el Islam, como imán especialmente precoz, ejerciendo como tal desde los 18 años, uno de los más jóvenes del mundo. En el libro donde cuenta su historia –“Encontré a Cristo en el Corán”- ofrece todo tipo de detalles sobre su progreso desde la coherencia del amor de Dios. A través de los textos que encuentra sobre Jesucristo en el Corán, va descubriendo un personaje atrayente, que le cautiva. Poco a poco sigue su investigación y un buen día ingresa en una casa de retiros en la India para enterarse bien de todo lo que hasta ese momento es sospecha. Y así llega a la conversión, consciente de que se juega mucho, pues el rechazo de la familia, de la sociedad musulmana, es total.
Son dos historias paralelas de un gran interés teológico, ya que van mostrando al lector cómo son sus descubrimientos. Este proceso desde la coherencia recuerda al que se narra en un libro ya más antiguo y con gran éxito de lectores: “Roma, dulce hogar”, de Scott y Kimberly Hahn, donde cuentan su acercamiento al catolicismo desde un conocimiento muy profundo de la doctrina cristiana en el protestantismo. Ambos esposos son pastores protestantes y en un empeño de coherencia, siguen adelante en sus estudios cuando empiezan a sospechar que la verdad está en la doctrina católica, terminando, por puro convencimiento, bautizándose, primero Scott y luego Kimberly.
Tres historias apasionantes de lucha, de dificultades, de dudas, desde el amor a Dios hacia la verdad, que merece la pena leer, desde el punto de vista del católico que descubre cómo son esas religiones y cuáles son las dificultades para adherirse a la verdad que se vislumbra.
Reseña de Ángel Cabrero Ugarte para Club del lector