Nos quedan 700 km para llegar a Madrid. Llegaremos de madrugada, y algunos para directamente coger el coche hacia nuestras respectivas ciudades. Un día entero en el autobús, ayer otro. Muchos kilómetros en el cuerpo, hemos pisado 8 países y pasado algunas fatigas, no ha sido un viaje cómodo. Varios días sin ducharnos, otros en los que parecía que lo habíamos hecho pero vestidos (vaya trombas de agua), la comida… no era la de casa, dejémoslo así, hemos hecho un poco de «operación bikini».
Nuestro grupo era de 93 personas, dentro de otro de alrededor de 2000, como ya os contamos en los vídeos. Eso de la delegación de juventud de Madrid. De España hemos asistido entre 20000-30000. Desde 177 países en total nos hemos reunido, dependiendo de las fuentes, entre dos y tres millones de jóvenes. Una multitud difícil de gestionar, una ciudad que se ve desbordada para acoger esta masa de gente.
¿Qué es lo que hace que, hasta en las largas esperas para el transporte, las agobiantes aglomeraciones de entrada y salida a los actos, los momentos de desinformación de nuestras organizaciones… no dejasen de oírse un «yo soy español, español, español», un «italiano bati le mani», el estribillo de la salve rociera y un sinfín de himnos y canciones que los jóvenes cantábamos y bailábamos alegremente?
Pues nada mas y nada menos que compartir la alegría de nuestra Fe. Decía el Papa Francisco que esta alegría es la que debemos contagiar y transmitir una vez que lleguemos a nuestras casas. Es la prueba mas grande de que Jesús nos ofrece una felicidad plena, mientras que el mundo nos ofrece alegrías efímeras, que si se convierten en el centro de nuestras vidas, provocan que cualquier contratiempo de los antes mencionados, supongan un fracaso absoluto y nos lleven a la tristeza.
Este fenómeno es único, y ello demuestra que detrás de todo esto está Dios, que nos anima a que en estos días renovemos nuestra fe y volvamos con ganas de vivirla en el día a día, apoyándonos en estas vivencias que nos han dado fuerzas para luchar por la Verdad en un mundo en el que ser cristiano no es nada fácil, en el que solo inconformistas como los que seguís a GivenFaith estáis dispuestos a cambiarlo. ¡Sé uno de nosotros!