Muchas veces me he encontrado con este mismo reproche: la Iglesia tiene mucha riqueza, tiene mucha pasta. Al principio me enfadaba pero con el tiempo me he dado cuenta que tenían razón: la Iglesia tiene, no mucha riqueza, sino muchísima: estamos forrados.
Un santo al que tengo mucha admiración le preguntaban dónde estaba el poder que tenía la institución que había fundado y cogiendo del brazo al que se lo había preguntado se lo llevaba al Sagrario.
La Iglesia tiene mucha riqueza porque en el Sagrario no tiene millones de euros sino que tiene a Dios y eso, aunque Obama no lo entienda, es mucho poder. Por eso lo que ha hecho Abel en Pamplona nos ha dolido, no mucho, sino muchísimo porque sin darse cuenta ha atacado al núcleo de la Iglesia, pero el Pueblo Navarro, que ha dado grandes santos a la historia de la Iglesia y del mundo, ha sabido responder con enorme grandeza.
La Eucaristía construye la Iglesia. En la Eucaristía reside toda la caridad y la fraternidad de la Iglesia por eso la Iglesia va a proteger a lo largo de los siglos, con su Sangre, a la Eucaristía.
Si, soy inmensamente rico, porque todas las mañanas con mis palabras traigo a Dios, porque por las tardes voy a visitarle a su casa que es la mía y porque por las noches puedo de rodillas permanecer a su lado.