Este sábado es la noche de Halloween. Para algunos esto indica que hay un evento al que acudir. Y para ello, basta con ponerse a tono disfrazándose un poco para salir a celebrarlo. Yo prefiero en estos casos averiguar el motivo de la celebración por si hay que acordarse de alguien… sería muy feo, por ejemplo, acoplarse a una fiesta sin felicitar al que cumple años…
La palabra Halloween viene del inglés “all hallows eve”, que quiere decir Víspera de todos los Santos. De hecho, el domingo es el día de Todos los Santos y la Iglesia conmemora a los Santos Difuntos anónimos que no se celebran en un día concreto.
Se dice que vivir mata, todos sabemos que algún día nos vamos a morir. Lo que no tenemos tan claro es qué va a pasar después. Por eso, cuando no hay fe, la fiesta de los Santos Difuntos se convierte en la “fiesta” de los difuntos a secas, es decir, de los muertos. Esto parece una broma de mal gusto, nadie pensaría hacer una fiesta por la muerte de una persona… A esto es a lo que me refería al principio y es que creo que, por delicadeza, yo esto no lo celebraría.
Pues bien, el ingenio humano lo ha conseguido. En Halloween todos los elementos y signos indican de algún modo a la muerte. Sin embargo, a la vez, evitan enfrentarse con ella. Si se representa un cementerio, se añade algo surrealista – un esqueleto, una bruja volando en una escoba… – que desvía la mirada de lo que, sin fe, es una cruda realidad. Con todo esto se ha logrado “celebrar” la noche de los muertos pero sin referirse a ellos, huyendo.
La Fe, como bien sabemos los cristianos, lo ilumina todo. Con esta luz, podemos enfrentarnos directamente con la muerte y vencerla con Cristo, que resucitó de entre los muertos. De este modo, para la Iglesia es un motivo de fiesta que haya cristianos que, tras la muerte, ¡estén gozando del cielo!
¡Intenta iluminar con tu fe la noche de Halloween para que a tu alrededor haya un verdadero motivo de fiesta! ¡Dale sentido a lo que haces, de lo contrario será lo que haces lo que de sentido a tu vida!
Javier Casal