“Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Es cierto, nos lo dijo Jesús antes de subir al cielo, Él nos acompaña siempre. Un sacerdote le explicó esto a un niño de unos doce años antes de las vacaciones. Cuando se volvieron a ver, el chiquillo le contaba emocionado: “Cuando estaba bañándome en la playa, le decía: Mira Jesús, ¡ahora estás como en un submarino!”
Nosotros, como ese niño, también tenemos que sentirnos acompañados por Dios en todo momento. Y más que un sentimiento es una realidad. Él estará a nuestro lado dondequiera que vayamos.
Así que si vamos de botellón, Jesús, nuestro mejor amigo, se viene con nosotros. Sabemos que Él no va a beber; simplemente va a estar allí, acompañándonos, viendo lo que hacemos… pero sobre todo, va a estar amándonos.
Aquí está la clave: amar es querer el bien del otro. Jesús desea nuestra felicidad y sabe que sólo amándole podremos alcanzarla. Por eso se nos acerca tanto, vive a nuestro lado. Ahora bien, para amarnos, necesita que le amemos.
Él, ciertamente, puede estar en el botellón con nosotros. Sin embargo, estarás de acuerdo conmigo en que se debe sentir un poco incómodo. No le hacemos caso, o incluso pensamos que no pinta estar pendiente de Él en esa situación y… lo dejamos de lado. Además, poco a poco Jesús ve que aquél a quien ama empieza a desaparecer, hace cosas raras; se convierte en algo distinto a ese a quién Él ha querido y creado para que haga cosas grandes…
Esta es la razón por la que yo también te animo a HACER COSAS GRANDES. Jesús ha pensado mil actividades que encajan perfectamente con tu forma de ser. Todos hemos vivido momentos que siempre recordaremos porque realmente nos han llenado. No te dejes llevar, párate ahora y piensa, no hay nada como divertirse sabiendo que Jesús está a nuestro lado pasándolo incluso mejor que nosotros mismos.
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Con la colaboración de @Santiagocantrei