A menudo entrevistamos a adolescentes, jóvenes universitarios, jóvenes recién llegados al mundo laboral o a la misión; son ellos quienes nos cuentan el paso de Dios en su vida, esa llamada que han recibido de Él al matrimonio, al sacerdocio, a la vida consagrada o a ser padres, y a la que han respondido en la plenitud de su juventud para dar gloria a Dios y cumplir su voluntad. Para que los jóvenes puedan dar esos hermosos testimonios, son muchas las personas –jóvenes y no tan jóvenes- que se encargan con paciencia y tesón a formar los corazones y las voluntades de quienes empiezan a caminar tras los pasos de Jesús y quieren vivir conforme al Evangelio.
Hoy hablamos con el P. Francisco Cañadas, Rector del Colegio-Seminario Menor de Rozas de Puerto Real en la diócesis de Getafe.
Padre, ¿hay esperanza en los jóvenes o está todo perdido, como algunos se atreven a afirmar?
Solo quienes han perdido su esperanza pueden atreverse a afirmar que no hay esperanza o todo está perdido para los jóvenes. Es cierto que hay jóvenes que están perdidos. Pero también es cierto que hay una juventud llena de vida y esperanza porque conoce, vive y sigue a Cristo. ¿Son menos que los que no? Eso no importa. Lo que importa es que los hay. Los conozco. Vivo, camino e interactuó en las redes con muchos de ellos y veo en ellos esperanza y compromiso. Nada me invita a la desesperanza. Todo lo contario. Pienso en ellos y se me alegra el corazón. Y muchos de estos jóvenes atraen a otros.
Muchos jóvenes viven sumidos en un sinsentido, intentan llenar sus vidas con cosas que terminan por dejarlos más vacíos si cabe, ¿cree que a los jóvenes les faltan muchas o cosas o, por el contrario, les sobran muchas cosas?
Creo que los jóvenes tienen que descubrir quienes son y para que están aquí. Es la etapa decisiva. Si los mensajes que continuamente les lanza la sociedad son en la dirección tanto vales, tanto tienes, es lógico que ellos intenten tener para valer. Si desde el seno de su familia, desde su infancia en el colegio y en la parroquia el mensaje al unisonó que se les anunciara fuera: la vida es un regalo de Dios para entregarla desde el amor, a los jóvenes nos les faltaría lo principal y entonces les sobrarían muchas cosas. Pero empieza a fallar lo más fundamental: la familia. Padres y madres biológicos. Pero no maestros de vida para sus hijos.
Cuando te encuentras con algún chaval rebelde, perdido, escarbas y la raíz esta clarísima. Falla la base, fallan los cimientos.
La falta de sentido está muy unida a la falta de ideales, pero, ¿tienen los jóvenes ideales y personas de carne y hueso que los encarnen?
Yo creo que la falta de sentido esta unida a los falsos ideales. Nadie vive sin ideales. Ningún joven carece de ellos. Pero muchos de estos ideales se les acaban revelando como mentira y es entonces cuando la falta de personas de carne y hueso que encarnen los verdaderos, les llevan al abismo del sinsentido. Encontrar testigos de la verdad que la viven apasionadamente es la clave. Tener a alguien cerca así, ya sea presencialmente o a través de las redes sociales, es el trampolín para dar ese salto que lleva a vivir una vida llena de sentido. Solos no podemos. Acompañados, lo podemos todo. Amar y ser amados es el sentido pleno de la vida
Juan Pablo II dijo hace años a los jóvenes españoles que no le habían desilusionado, que seguía creyendo en ellos. ¿Tanto han cambiado las cosas desde aquella visita hasta ahora?
Llevo casi 11 años en el Seminario Menor y ya han pasado por aquí muchos jóvenes. Recuerdo a los mayores del año 2005, cuando entré (ya he casado a dos de ellos) y parece mentira que en 10 años note tanta diferencia con los mayores de la actualidad. Sí, han cambiado las cosas. Antes eran más disciplinados, más sacrificados, menos quejumbrosos. Lo que antes aprendían rápido, ahora cuesta hacérselo llegar. La sociedad tecnológica y los mensajes profundamente materialistas de la TV y las series que suelen ver no ayudan. Pero siguen siendo los mismos. Solo que hay que trabajar más y mejor y tener mucha paciencia con ellos.
¿Qué papel tiene un joven en la Iglesia?
El que Dios le pida. Ni más, ni menos. Como todos los cristianos, han de descubrir su vocación y vivirla con intensidad en ella y para ella. Vivir en la Iglesia y para la Iglesia sirviendo a Cristo y a los hermanos por él, es lo más maravilloso del mundo. Ese es el papel.
Y por otra parte, ¿qué le ofrece la Iglesia a un joven que se acerca a ella?
Lógicamente, lo único que puede ofrecer la Iglesia a un joven es a Cristo. A Cristo que como al joven rico le mira con amor y le llama a seguirle. Y a ella misma como comunidad y familia. La experiencia de la Iglesia como grupo de hermanos y discípulos de Jesús que se ayudan mutuamente es inigualable. No hay nada semejante en el mundo.
Seguro que usted sufre en el seminario una de las epidemias más duras que asolan la Iglesia en la actualidad: la falta de vocaciones, ¿cómo combatirla?
Las vocaciones no surgen de la nada. Dios sigue llamando a muchos jóvenes a seguirle y lo sigue haciendo como Él lo hizo: llamando personalmente. Si hoy soy sacerdote es por la valentía de un sacerdote que no tuvo miedo a plantearme la vocación y me supo acompañar en el discernimiento. Cuando a un joven se le presenta un modelo de entrega atractivo encarnado en una persona concreta es muy difícil no sentir “envidia” y la pregunta vocacional surgirá con toda naturalidad: “¿Por qué no yo?”.
Para acercarse a los jóvenes hay que sentir como ellos sienten, ver lo que ellos ven, interesarse por lo que ellos se interesan, ¿cómo estar en el mundo sin mundanizarse?
El contacto con el mundo y sus valores mundaniza. Pero tenemos que estar en el mundo y vivir en el. La única manera de tener equilibrio para estar en el mundo sin mundanizarse es una vida de unión con Cristo, donde la oración tiene un papel clave todos los días. Eso y la celebración diaria, o Dominical, de la Eucaristía como el centro de la propia existencia cristiana dan al joven las armas para estar en el mundo sin ser del mundo. Sin oración y sin la Eucaristía el mundo te come.
El Papa Francisco nos invita a menudo a salir a las periferias existenciales, allí es donde se encuentran los más necesitados; los jóvenes que sobreviven sin un sentido para sus vidas. Hoy en día, una de esas periferias es internet y usted lo sabe bien, por ello está muy presente en las redes sociales. ¿Qué requisitos tiene que cumplir un católico para anunciar el Evangelio en el continente digital?
Desde mi humilde opinión y desde mi experiencia en redes sociales que no es mucha pues apenas llevo dos o tres años metido de lleno en el mundo digital con twitter y facebook el gran requisito es la autenticidad acompañada de una gran dosis de realismo. Por eso, lo primero es un avatar real y no una estampita. Hay que empezar por mostrarse cercano, atento, accesible y disponible en la medida de nuestras posibilidades sabiendo que hay que dedicar algo de tiempo no solo para poner tweets para que te den Rts, Fav o Me gusta sino para leer y contestar a quienes interactúan contigo. Ser uno mismo con naturalidad, sin dobleces ni estridencias. Hablar con sencillez, mostrando la propia opinión sin fanatismos. Aceptando la crítica y las opiniones contrarias con espíritu de diálogo pero sin renunciar a lo que es más propio de mi fe, exponiéndola con pasión y alegría, sin ñoñerías, con los pies en la tierra. Llevándola a la vida y los problemas reales de la gente que seguimos y nos siguen. Generar amistades reales que traspasen las fronteras digitales. Rezar por aquellos que el Señor nos encomienda en este océano digital. Querer y preocuparte de ellos. Sentirles ya como parte de tu vida y compartir su destino en el corazón de Cristo.
Hace unos días un amigo me comentaba que se imaginaba a Jesús viviendo en el 2015 y yendo en moto por el madrileño Paseo de la Castellana. ¿Usted cómo se lo imagina?, ¿tendría cuenta de Twitter?, ¿sería del Real Madrid (risas)?
Por supuesto que tendría cuenta de Twitter y Facebook sería del Real Madrid, le gustaría la Formula 1 y sería alonsista (risas). Esto se llama simplemente hacerle a mi imagen y semejanza (risas).
Hablando en serio, no me lo imagino la verdad. Pero supongo que sería tan natural y cercano como lo fue hace más de 2000 años. Y a todas estas cosas del mundo virtual y de nuestras aficiones personales les daría la importancia que tienen, probablemente, la que cada uno pensamos que tienen…en mi caso “Lo más importante de lo menos importante”
Muchas gracias por la entrevista y nos vemos por las redes. Dios os bendiga.
¡Muchas gracias a usted, don Francisco, rezamos por su santidad!