Sofía Altimari, Arguments: «Don Álvaro predicó con el ejemplo de su vida: fue la fuerza y la perseverancia de la fidelidad»

Entrevistas, Experiencias

45 iniciativas sociales, 47 años de trabajo en la Santa Sede, 198 viajes pastorales por todo el mundo, 59 años de entrega en el Opus Dei, 20 países a los que llevó el Opus Dei Álvaro del Portillo.

El 27 de septiembre en Madrid la Iglesia beatificará a un español: Álvaro del Portillo, primer sucesor al frente de la Prelatura del Opus Dei. ¿Quién fue Del Portillo? ¿Qué hizo? ¿Por qué lo van a beatificar? Todo esto no lo cuenta Sofía Altimari una de las encargas del Comité para la Beatificación. Es venezolana de raíz e italiana de corazón, como ella misma afirma en su cuenta personal de Twitter, y la conocerán por Arguments, pues es una de sus portavoces.

¿Quién fue Álvaro del Portillo?

Álvaro del Portillo fue un madrileño, tercero de ocho hermanos que, no solo formó parte del Opus Dei, sino que además fue el primer sucesor de San Josemaría, el fundador, como cabeza de esta institución.

Era ingeniero, pero después se ordenó sacerdote, ¿por qué?

Es verdad, era un ingeniero y muy prestigioso. Estudió e hizo el doctorado en Ingeniería de Caminos. Mientras estudiaba conoció a San Josemaría y pasó a formar parte de la Obra como Numerario. Los Numerarios entregan su vida entera a Dios, pero no son religiosos. Son cristianos en medio del mundo que están llamados a ser santos con su trabajo de todos los días, al igual que todas las personas del Opus Dei. Sin embargo, los numerarios tienen la particularidad de que no se casan, son célibes y si se considera necesario, les pueden preguntar si quieren y pueden ser sacerdotes. Esto fue lo que sucedió con Don Álvaro. Él, junto a José Luis Múzquiz y José María Hernández Garnica, fueron los primeros tres numerarios que se ordenaron sacerdotes dentro de la Obra. Ya como sacerdote estudió e hizo el doctorado en Filosofía y otro en Derecho Canónico.

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Don Álvaro del Portillo en primer plano

¿Qué aportó Álvaro del Portillo a la Iglesia?

Para empezar llevó la Obra a 20 países diferentes. Una vez establecido en Roma, iba con frecuencia al Vaticano para explicar el Opus Dei y conseguir los permisos necesarios. Al poco tiempo de estar ahí, el papa Pío XII le nombró miembro de la comisión para la aplicación de la constitución Provida Mater Ecclesia, que fue el primero de una larga cadena de encargos durante cinco pontificados. En 1962 se inauguraba el Concilio Vaticano II que supuso un cambio para toda la Iglesia. Don Álvaro tuvo un papel importante en el desempaño del Concilio. El papa Juan XXIII le nombró consultor de la Congregación del Concilio y presidente de Grupo de trabajo sobre el apostolado de los laicos. Fue consultor de distintas Comisiones, como la de la Disciplina del clero y el pueblo cristiano. Además de esto, ayudó a distintas órdenes religiosas como la Congregación de las Hijas de Santa María del Corazón de Jesús a poner en orden sus estatutos.

¿Cómo era del Portillo? ¿Qué cualidad le describe?

Yo no lo conocí ya que tenía 4 años cuando él murió en 1994. Por eso me estoy leyendo una biografía suya y muchos de los escritos que nos ha dejado. Los rasgos que aquellos que lo conocieron suelen resaltar eran su serenidad, su amabilidad y su buen humor. Hay una frase que me llamó mucho la atención (ya no recuerdo dónde la leí) de alguien que dice que al conocerlo tuvo la certeza de que estaba frente a un santo. Me gusta saber que decían que era tímido pero que muchas veces tuvo que vencerse a sí mismo. Gracias a eso podemos ver los frutos de su apostolado, y es como te das cuenta de la cantidad de gente a la que llegó. Por mucho que lea, nunca será lo mismo que haberlo conocido, pero lo que puedo deducir es que fue un hombre con un corazón muy grande, ¡inmenso! Que quiso mucho a Dios, a San Josemaría y a todo aquel que tuviera delante.

Cuéntanos alguna anécdota de su vida que te haya impresionado

La cantidad de trabajo que tenía, la alegría y serenidad con la que lo hacía incluso teniendo una salud muy delicada. Hubo un momento de su vida en la que se organizaba de la siguiente manera: por la mañana trabajaba para la Santa Sede, tenía reuniones con Cardenales y Prelados, y estudiaba los informes de Congregaciones para ayudarles. Por las tardes se dedicaba al trabajo como Secretario General del Opus Dei, eso incluía atender a sus miembros, buscar ayuda económica para hacer frente a los gastos que tenían ya que estaban en un país nuevo (Roma), buscando casa donde vivir y poder llevar una vida medianamente decente. Desde joven tuvo que cuidar su salud. En esos momentos de trabajo arduo se le sumaban fuertes jaquecas, fiebres, dolores de hígado, apendicitis grave… Todo esto lo afrontaba con mucha paz y sin perder la sonrisa. Como él mismo escribió en una carta a su madre “Preocupaciones, como es lógico, no faltan: pero son preocupaciones que no llegan a preocupar, porque sé que cuento con muchísima ayuda. Concretamente, con tus oraciones por la Obra y por mí”.

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San Juan Pablo II y don Álvaro del Portillo

Don Álvaro, cuando fue el sucesor del Fundador del Opus Dei, impulsó muchas labores sociales llevadas a cabo de miembros de la Prelatura, cuéntanos de algunas destacables, aunque, claro, todas son muy importantes allá donde están.

Es increíble todo lo que se hace. Hay un mapa que señala todas las iniciativas sociales que promovió Don Álvaro, son muchas y están alrededor del mundo entero. Pero para la beatificación se va a apoyar específicamente a cuatro de ellas.

  • Niger Hospital and Diagnostic Centre para la creación de un centro materno-infantil en Nigeria.

  • Centre Hospitalier Monkole en la ampliación y mejora de tres dispensarios médicos y la formación de personal de enfermería en Kinshasa, Congo.

  • Centre Rurel Ilomba para el desarrollo de un programa contra la desnutrición infantil en Bingerville, Costa de Marfil.

  • Fondo de becas para sacerdotes y seminaristas africanos que se forman en la Universidad Portificia de la Santa Cruz en Roma. Italia.

¿Qué le dice Álvaro del Portillo a una mujer y a un hombre del siglo XXI?

Pienso que lo que don Álvaro predicó con el ejemplo de su vida fue la fuerza y la perseverancia de la fidelidad. En este mundo donde lo que no nos gusta lo tiramos y buscamos algo nuevo y mejor hasta que nos aburrimos y se repite la historia, Don Álvaro insistía en lo contrario. Era tan fuerte su afán de fidelidad a San Josemaría que el fundador lo llamaría Saxum, que significa roca en latín, ilustrando la estabilidad del apoyo que le brindaba. Creo que eso es lo que nos diría ahora: ser fieles y no tener miedo a comprometernos. A muchos nos falta que nos lo recuerden, yo la primera. Cada compromiso conlleva una responsabilidad, ya sea con las personas, con el trabajo, con la familia. En definitiva, no dejarnos llevar por las comodidades que nos da el mundo y currarnos un poco más las cosas que creemos y defendemos.

¿Por qué ir a la Beatificación? ¿No van solo los miembros del Opus Dei?

¡Cuántas más personas vayamos, mejor! No hace falta ser del Opus Dei. De hecho, eso es lo interesante de este evento: hasta ahora Don Álvaro era poco conocido, incluso dentro de la Obra, pero con su beatificación pasa a ser un beato de toda la Iglesia universal y por tanto ésta, una fiesta de toda la Iglesia.

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San Josemaría Escribá y Álvaro del Portillo