“Queridos hermanos y hermanas, que este tiempo de Cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual el mensaje evangélico, que se resume en el anuncio del amor del Padre misericordioso, listo para abrazar en Cristo a cada persona. Podremos hacerlo en la medida en que nos conformemos a Cristo, que se hizo pobre y nos enriqueció con su pobreza. La Cuaresma es un tiempo adecuado para despojarse; y nos hará bien preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza. No olvidemos que la verdadera pobreza duele: no sería válido un despojo sin esta dimensión penitencial. Desconfío de la limosna que no cuesta y no duele.”
Con estas palabras terminaba el papa Francisco su mensaje para la Cuaresma de 2014.
El otro día me topé con un titular para este tiempo litúrgico al que no le faltaba ni un punto, ni una coma, ni una tilde; era perfecto: Cuaresma: 40 días para la reconciliación. Así es, 40 oportunidades para examinar nuestra vida, ver nuestros aciertos y dar gracias a Dios por ellos, ver nuestros errores, pedir perdón y… ¡a poner solución! Porque, ¿de qué sirve ver los errores si no hacemos nada por cambiarlos?
De poco vale asistir a las celebraciones o cumplir con el ayuno o la abstinencia si eso no viene acompañado de una profunda conversión del corazón. Esta conversión del corazón puede comenzar con un examen de conciencia, con una negación de nosotros mismos para ponernos al servicio de nuestros hermanos, con una aceptación clara de lo que supone nuestra condición de cristianos comprometidos con la sociedad para dar testimonio de lo que da sentido a nuestra vida. No estamos solos ante estos propósitos, tenemos los instrumentos que Dios nos ha dado: oración, ayuno y limosna. Pueden parecer instrumentos pasados de moda y para nada modernos, pero ¡hay tantas formas de vivirlos complementando a las que la Iglesia nos enseña!
Quizás tú no tengas más que apuntes encima de tu mesa de estudio y tres libros que leerte para dentro de dos semanas, ¿y si sacrificas un poco de tu tiempo para dárselo a quien más lo necesite? ¡Eso también es limosna! El móvil todo el día sonando, mil whatsapps, 10 menciones en Twitter y 3 fotos nuevas en Facebook, ¿y si dejas un poco de lado las redes sociales y lo ofreces por quienes no tienen ni lo básico para vivir? Un lunes a las 8 de la mañana saliendo de casa para coger el bus e ir a clase, las calles llenas de caras largas, ¿por qué no desentonas con una sonrisa y buen humor, ayunando de mal rollo? ¡Eso también es ayuno!
El gracioso de clase o el compañero petardo de trabajo ha vuelto a hacer de las suyas, mil críticas en la punta de la lengua, ¿por qué no rezas por ellos en vez de destruirlos con tus palabras? ¡Eso también es oración!
Además, el Papa nos dice así: Dios sigue salvando a los hombres y salvando y el mundo mediante la pobreza de Cristo, el cual se hace pobre en los Sacramentos, en la Palabra y en su Iglesia, que es un pueblo de pobres.
Sí, ¡nos salvó y nos sigue salvando! Y, ¡sí, la confesión es una manera de salvar nuestra vida! Es el momento idóneo del tiempo litúrgico para acercarnos a este sacramento del que saldremos con el alma limpia y preparados para vivir una Cuaresma coherente y fructífera.
Este tiempo nos invita a la abstinencia, a esa privación que nos haga salir de nosotros mismos. Podemos echar la vista a nuestro alrededor y, como nos invita el papa Francisco, preguntarnos de qué podemos privarnos a fin de ayudar y enriquecer a otros con nuestra pobreza, tal y como hizo Jesús. ¡El mundo necesita de nuestro sacrificio y nuestra oración esta Cuaresma!
Puede parecer que este tiempo litúrgico está rodeado de un pesimismo especial, pero no podemos quedarnos en él, tenemos que mirar más allá, en el fin último de todo esto: la Pascua, la resurrección de Jesús después de entregar su vida por ti y por mí, para que ahora tú y yo salvemos el mundo. Como dice la canción: es tiempo de cambiar en la mente de todos el odio por amor. It’s time to change…¡Adelante!