Por María Ávarez de las Asturias
“Cuando se hace el bien pero no se ve la belleza escondida detrás, la vida se convierte en un moralismo. Sí, puede que esté llena de actos buenos que se hacen por puro deber, pero eso termina vaciando de sentido nuestra existencia”
Esta frase del libro “El amor no se acaba”, de Patxi Bronchalo me hace pensar en algunas personas que, a lo largo del curso, me han confiado que su cónyuge, de repente, les ha anunciado que se va “porque no es feliz y quiere serlo”. Este anuncio, en todos los casos, ha sido una sorpresa totalmente inesperada: “yo pensaba que ya era feliz, porque nunca se ha quejado ni ha dicho que había algo que no le gustara. Si lo hubiera dicho, ¡habríamos tomado medidas!”
Estos matrimonios son parejas que se casaron enamoradas, tenían claro que se elegían mutuamente por amor y querían formar una unión de amor para siempre (matrimonio). Entonces ¿cómo pueden acabar así?
Para entenderlo, siempre os recuerdo que el amor es una combinación de sentimiento + razón + voluntad y que esos ingredientes, que estaban presentes cuando tomasteis la decisión de casaros (porque ¡qué bien se está contigo!, he valorado que querría que estuviéramos juntos siempre y eso es lo que elijo), deben seguir presentes a lo largo de toda la relación. En las parejas que os comento, uno de los dos ha dejado que la parte emocional se fuera apagando y ha “tirado” adelante sólo a base de razón y voluntad. Y no es difícil que al final expresen: “he hecho lo que tenía que hacer, pero ya no puedo más. Ahora quiero ser feliz”. Claro, si no encuentras la felicidad en tu vida, te vas desgastando y llega un momento que no puedes más. Porque necesitamos querer pero también sentirnos queridos y contentos en nuestra relación.
¿Cuál ha sido el problema?
Desde mi punto de vista, es doble:
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Por un lado, no hacer caso de la parte emocional que se iba apagando. Los sentimientos son señales que nos indican que nos pasa algo. Si el compromiso de amor que has elegido te empieza a pesar, no mires para otro lado: te está pesando. Es mejor “escuchar” ese cansancio, para saber así en qué momento estás. Y, a partir de ahí, tomar medidas para recuperar el amor primero, para volver a sentir el corazón encendido en esa vida que has elegido.
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Por otro lado, hay una gran falta de comunicación. Si tu cónyuge cree que estás muy contento con la vida que tenéis juntos, y no es así, no le culpes: cuéntale, con cariño y sinceridad, que te empieza a pesar esa vida, que te produce cansancio, que ya no es como antes… para poder buscar -juntos- la forma de recolocar vuestra relación e, insisto, volver al amor primero.
Si cuando empiezas a sentirte a disgusto con tu vida no haces caso a las señales de alerta; si además te lo callas y tiras adelante sólo porque “es lo que toca”, vas a acabar quemado. Y, probablemente, vas a echar la culpa de lo que te pasa a los que tienes alrededor; cuando realmente no has contado con ellos para solucionarlo ni dejarte ayudar.
Si estás viviendo una etapa de cansancio, si te pesa tu vida o ya no le ves sentido, ¡no lo dejes pasar! Los que te quieren están deseando ayudarte y que seas feliz: cuenta con ellos y, si hace falta, con una ayuda profesional. Hacer como si no pasara nada sólo empeora las cosas y, al final, explotarás. Y lo harás con ira acumulada contra ti (insatisfecho con tu vida) y contra los demás (como si tuvieran la culpa de lo que tú no has querido ver y arreglar).