El Señor siempre le estuvo esperando

Testimonios

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Davide nació en Brescia, en 1999. Sus padres le educaron en la fe. A los quince años empezó a alejarse de la vida de la gracia. «Empecé a blasfemar y a no ir a Misa los domingos sin que se enterasen mis padres». «Pasé de ser un chico alegre y despreocupado a experimentar una profunda tristeza y amargura, que se convertía fácilmente en ira».

En 2015 sus padres le invitaron a pasar una temporada en Las Presillas (España) con los Siervos del Hogar de la Madre. «Me encontré viviendo en una casa con 7 religiosos, y puedo asegurar que no fue fácil: desconocía el idioma, no apreciaba la comida y en los ratos de oración aprovechaba para dormirme o pensar en las musarañas».

De repente, la gracia de Dios tocó su corazón. Empezó a ver lo hermoso que era vivir en esta comunidad, a apreciar la Misa y las horas santas diarias, a rezar el rosario por la Virgen con gusto y amor, y a disfrutar de la alegría de la vida comunitaria. Al volver al vivir en gracia, «regresaron a mi corazón la paz, la serenidad y el entusiasmo.

Sin embargo, «cometí el error de creer que podía vivir como el Señor quería, pero sin el Señor. No entendí lo que Jesús nos recuerda en el Evangelio, que sin Él no podemos hacer nada. Así fue como emprendí un camino que volvió a alejarme de Dios».

Poco a poco fue dejando la oración y a los 17 años empezó a fumar hachís y marihuana. «Vivía esperando el fin de semana para poder divertirme con mis amigos». A pesar de todo, nunca dejó de asistir a los encuentros de los Siervos del Hogar de la Madre. Aunque no quería admitirlo, su alma anhelaba descansar en el Señor.

El 11 de abril de 2021, día de la Divina Misericordia, cansado de esta situación interior, «tomé la decisión más importante de mi vida: abrir mi corazón a Jesús. Así comencé un camino de discernimiento con un sacerdote que conocía desde hacía años. Mi prioridad pasó entonces a volver a relacionarme con Dios y con Nuestra Madre: retomé la Misa diaria, la oración personal –especialmente el Rosario–, y la lectura de libros que pudieran ayudarme a crecer espiritualmente».

El 2 de octubre de 2021, a la edad de veintiún años, Davide entró como postulante en los Siervos. «Ahora cada día experimento una alegría y una exultación en el Espíritu inconmensurables. Es casi imposible encontrar las palabras adecuadas.»

Hoy se reara para ser sacerdote con una beca de la Fundacion Carf