Para la chica de mi vida:
Te quiero. Aún no te conozco, pero he decidido algo muy serio. Voy a empezar a amarte.
Voy a empezar a amarte porque se que mereces la pena, porque se que cuando sepas que hice esto te dibujará una sonrisa que no tiene precio y lo volvería a hacer una y otra vez para verte sonreír.
He decido olvidarme de líos, pensar en otras chicas y que mi imaginación pueda volar con ellas y darme placer -ficticio- por unos momentos. Voy a esperarte. Porque no quiero desgastar mi amor con chicas que se que no son para mi. Quiero guardarme por entero para ti. No quiero tontear con relaciones de usar y tirar, que aunque puedan producirme felicidad momentánea no puedo ni tan siquiera comparar con la que tu me darás. Está decidido, voy a empezar a quererte desde ya, voy a respetarte como si te conociese desde este momento.
Solo te pido una cosa. Por favor, no quiero ser tu plato número 20. No quiero que tu corazón esté dañado por relaciones que no te hicieron feliz y simplemente tenías por dejarte llevar o vivir el momento. No me gustaría ser uno de los tantos a los que besaste y no significar nada especial para ti. No me gustaría ser tu plato 20 y que apenas notes diferencia con el 19.
¿Parece difícil? Lo es, pero no es imposible. La castidad no es fácil, hay que luchar todos los días contracorriente. Pero vivir en la libertad de hacer lo correcto y no desgastarse en relaciones de usar y tirar… es un entrenamiento. Es empezar a serte fiel antes de conocerte. Es pedirle ayuda a Dios para no caer en la tentación, porque hay por quien merece la pena esperar: Tú.