Facebook es increíble, solo por el hecho de poder entrar tan fácilmente en Given Faith ya vale la pena! (por cierto, no te olvides de compartir jejej). Ahora bien, muchas veces cuando lo miramos nos fijamos demasiado en pequeñas cosas, como la cantidad de amigos que tenemos, los me gusta que recibo en la foto de perfil comparados con esa chica ideal que tiene 100 más que yo… Cosas que no son malas pero que poco a poco nos llevan a vivir más de cara a los demás, de la imagen que queremos dar, muy pendientes de todo lo que pasa en las redes. Y por eso, a veces, acabamos valorándonos y dejándonos valorar por aquello que dicen o por aquello que queremos demostrar. Pero realmente, ¿valgo los “likes” que tengo? ¿Valgo lo que me hacen valer?
Creo que el reto de hoy es descubrir que tenemos un valor por nosotros mismos, por ser nosotros y nadie más, por el simple hecho de existir, porque soy persona. Benedicto XVI lo dijo varias veces “tú eres importante, eres necesario” o “vales lo que vale tu alma”. Esta idea también está plasmada en la Biblia, en el Evangelio de Marcos: “¿de qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su alma?” (Mc. 8, 36). Creo que esto es central.
Ahora toca seguir descubriendo que mi existencia es valiosa no por las cosas que me ven haciendo, los likes que obtengo, por los “me gusta” que consigo o por los talentos que poseo, sino simplemente porque existo. Chiara Corbella Petrillo –aprovecho para hacer una pequeña cuña publicitaria– en su libro Nacemos para no morir nunca (100% recomendable) demuestra con su ejemplo que lo importante en la vida es nacer y dejarse amar. Quizá es el momento de pensarlo detenidamente: ¿de verdad es eso lo más importante en mi vida? Y si es así… ¿En qué parte me dejo también amar por Dios?
Victor Küppers, un motivador de primera, siempre dice: “lo más importante es que lo más importante sea lo más importante”, valga la redundancia. Tengámoslo siempre en mente.
Pati Messa