El pasado jueves pude estar en una Confirmación en Madrid y, como en cualquier otra Celebración de este Sacramento, el Sr. Obispo, en este caso el Arzobispo de Madrid, pregunto a los chicos jóvenes que ese día se confirmaban:
¿Renunciáis al pecado para vivir en la libertad de los hijos de Dios?, ¿Renunciáis a todas las seducciones del mal para que no domine en vosotros el pecado?, puede que no te acuerdes ya, pero cuando tú fuiste protagonista de este Sacramento te hicieron esas mismas preguntas.
La respuesta, aunque no lo pensásemos mucho, tenía que ser afirmativa. Porque a parte de que lo ponía en el papel, todos renunciaríamos a cualquier cosa con tal de «vivir en la libertad de los hijos de Dios», y más si se trata «todas las seducciones del mal»… Renunciar a algo bueno para conseguir otra cosa mejor es más difícil, pero esto es un chollo!
Normalmente los chollos tienen engaño, basta con leer las letras pequeñas que hay al final de los anuncios. Probablemente tú no leyeses las letras pequeñas de la Confirmación, yo tampoco, porque no las hay. Nadie dijo que sería fácil renunciar a nuestras faltas o caprichos… pero tampoco nos prometieron que seríamos felices para siempre. Con la Confirmación recibimos el Espíritu Santo que nos ayuda a mantener firme nuestro compromiso ser cada día más libres. Empezamos un camino con la certeza de que, con la gracia (ese es el regalo) llegaremos a la meta, pero tenemos que caminar.
Por eso hoy queremos hacerte otra pregunta, ¿como estás cumpliendo ese compromiso? Quizá ahora estamos cansados y pensamos cuando hicimos la Confirmación eramos muy jóvenes o que recibimos ese Sacramento porque nos lo pidieron nuestros padres… Es entonces el momento para dar otro paso y renovar el compromiso! Tenemos la ayuda del Espíritu Santo! No nos dejemos llevar por el ambiente, porque el ambiente los construimos cada uno de nosotros con nuestra coherencia de vida.
Por consiguiente decídete a vivir lo que te has comprometido. Tus amigos y tus amigas te lo agradecerán.