Desde Martín Lutero –afirmaba un periodista del Frankfurter Allgemeiner Zeitung- no ha habido ningún alemán que haya influido tanto en la Iglesia Católica como Joseph Ratzinger. Y además no para separar, sino para todo lo contrario, para unir y dar a conocer con el ejemplo de su vida, y con sus escritos teológicos, la verdadera enseñanza de Jesús de Nazaret, perfecto Dios y perfecto Hombre.
El filósofo postmarxista Jürgen Habermas definió a Benedicto XVI como amigo de la razón. Don Javier Echevarría, anterior Prelado del Opus Dei, lo veía como una persona que sobresale por su inteligencia teológica. Inteligencia, servicio, cortesía y oración se repiten en los recuerdos de las personas que le han conocido más.
Pero ante todo me quedo con su inolvidable sonrisa. Me contaba un amigo sacerdote, que durante años trabajó en el Vaticano, que conoció a Joseph Ratzinger en los años 90, siendo ya Cardenal. Le llamaba la atención que saludaba siempre a todas las personas con una sonrisa muy amable. Una persona profundamente humilde, y por tanto siempre alegre.
Rafael de Mosteyrín Gordillo