Cada mañana al levantarse, uno recuerda con emoción las mil y una aventuras vividas mientras dormía. En ellas, la imaginación se hace dueña de nosotros, nos transforma y nos hace vivir experiencias de ficción. Sin embargo, no todos los sueños viven en nuestras mentes. ¿Y si os digo que uno de ellos está a la vuelta de la esquina?
¿Quién no ha querido alguna vez sentirse arropado? ¿Quién no ha deseado en algún momento emocionarse? ¿A quién no se le ha pasado por la cabeza gritar con corazón decidido lo que pensaba? ¿Quién no ha querido ver milagros? ¿Quién no ha querido alguna vez cambiar el mundo?
Todo esto es posible. Es más, está al alcance de nuestras manos. A unos kilómetros de distancia. Si sois soñadores y queréis soñar, Cracovia es la llave. Es la llave para darse cuenta de que el mundo tiene héroes sin capa, de que hay más jóvenes como nosotros. Es la llave para darse cuenta de que merece la pena ser cristiano, de que hay recompensa por tener a Cristo presente en cada hora de nuestras vidas.
La JMJ es la ocasión de gritar, cantar, rezar y llorar de alegría por ser hijos de Dios. Es el momento de hacer ruido, levantar la bandera del Cristianismo y luchar por un mundo mejor. En las JMJ nadie queda indiferente -más bien todo lo contrario- y siempre se vuelve exultante de paz y alegría. Por millones de jóvenes que allí estemos, el Señor toca los corazones uno por uno… de todos.
Para los jóvenes, este es el momento de nuestras vidas en el que las cosas de verdad empiezan a depender de nosotros. La actitud con la que lo decidamos vivir marcará la diferencia. Dios te quiere a ti, con tus fallos y aciertos. Y la JMJ es la oportunidad de enseñar al mundo que estamos dispuestos a vivir con Jesús. ¿Te atreves a soñar de verdad en pleno S.XXI? Pues… ¡Cracovia te espera a finales de julio!