Tina Walls. Historia de la Navidad. Editorial Palabra.

Villancicos

Cambiar el mundo

Javier Pereda Pereda

javier.peredapereda@gmail.com

Imagen: Tina Walls. Historia de la Navidad. Editorial Palabra.

La tradición secular nos ha legado los Villancicos, un canto popular breve, con estribillo y de composición poética, durante los días previos a la Navidad hasta la Epifanía. En cada país presenta su propia idiosincrasia: “Christmas” en lugares de cultura anglosajona; “Canti natalizi” en Italia; “Aguinaldos” en Colombia y Ecuador y “Las Posadas” en Centroamérica (México, Panamá o Guatemala). Los primeros villancicos —recuerda el sentir cristiano— fueron cantados por los ángeles para celebrar el nacimiento del Niño Jesús.

El villancico más antiguo del mundo lo escribió San Ambrosio (340-397): “Veni redemptor gentium”, que organizó la música en la iglesia latina. En esa época surge el “Jesus refulsit omnium” de Hilario de Potiers.

En el siglo siguiente, el poeta hispanoromano Prudencio, produce el “Corde natus ex parentis”. En el siglo VI se canta en gregoriano el villancico “Puer natus est nobis”, que ha llegado hasta nuestros días, en la liturgia del introito del tercer domingo de Navidad. Al principio, los villancicos se componían en latín, lengua oficial de la Iglesia, y primaba más el aspecto teológico y doctrinal que el poético y musical. No obstante, se conservan algunos villancicos en la lengua de Virgilio y Horacio, sobre todo en las celebraciones litúrgicas de la Iglesia, como el “Adeste Fideles” (venid que adoremos).

Este himno que se utiliza en la bendición durante la Navidad, se cantaba en la misión portuguesa de Londres (1797), de ahí que se conozca como “el himno portugués”; se atribuye al compositor inglés John Francis Wade y la letra a San Buenaventura. El villancico se cantó conjuntamente en latín, en la Nochebuena de 1914, entre alemanes e ingleses, en la célebre “Tregua de Navidad” de la Primera Guerra Mundial. Aunque solo fuera por aquella noche y el día siguiente, al contemplar y celebrar el nacimiento del Rey de los ángeles, impulsaba al cese de las hostilidades.

Todo comenzó de forma espontánea en plena oscuridad, con los acordes de una armónica desde la trinchera alemana, que entonaba las notas del villancico austriaco “Noche de paz, noche de amor” (“Stille Nacht”) de 1816; a la que todos sus compañeros se unieron cantando. A muy pocos metros, en la trinchera enemiga, los ingleses y escoceses se sumaron a esa iniciativa aportando la música de sus gaitas. Dada la frágil naturaleza humana, resulta aconsejable cantar sin cesar este villancico, para alcanzar la tan anhelada y solicitada paz que las naciones, la sociedad, las familias y las personas demandan. En estos villancicos se conjuga la belleza y armonía musical con las sencillas y profundas verdades doctrinales de sus letras, que contribuyen a la oración. Porque como expresó San Agustín “quien canta (en este caso villancicos) reza dos veces”.

Si además, nos deleitamos saboreando maravillosas obras clásicas (sólo sugiero tres), podemos tocar el cielo: el “Oratorio de Navidad” (1734) de Johann Sebastian Bach, lleva el discurso la narración del evangelista, igual que la Pasión según San Mateo; “El Mesías” (1741) de Georg Friedrich Händel, que siguiendo el barroco alemán representa uno de los oratorios navideños más geniales, dentro de la historia de Jesucristo, especialmente con el “Hallelujah”; o el alegre “Cascanueces” (1892) de Tchaikovsky, en donde lo litúrgico pierde protagonismo para cederlo a la cultura popular orientada a lo secular y a los cuentos folklóricos.

Algunos villancicos británicos: “We wish you Merry Christmas” del siglo XVI, con la interpretación de Kevin MacLeod; “The firts Noel” del siglo XIII y original de la región de Cornualles; y “Joy to the word” (alegría para el mundo), escrito por Watts en 1719. Villancicos estadounidenses: “White Christmas” (Blanca Navidad) de 1941, el villancico más vendido del mundo de Bing Crosby, con más de 50 millones de copias; “Jingle Wells” (1850); y “Santa Claus is coming to town”. El villancico alemán del siglo XVI “O Tannenbaum”.

Todos los años hay expectación por conocer el villancico del coro del colegio Tajamar de Madrid. En 2015 nos sorprendió con “Es de María”, con “Los Secretos”. En esta navidad han vuelto a superarse con “Estoy aquí” y la colaboración de Amanda Digón (Malinche). Recomiendo este fantástico trabajo que tiene de todo: una letra que ayuda a rezar, una melodía que conmueve y una cuidada puesta en escena, en donde se advierte la aportación de Goya Producciones. Con este hermoso villancico he felicitado la Navidad, que de nuevo repito: ¡Felices Pascuas!