¿QUIÉN DIJO QUE LOS JÓVENES NO NECESITAMOS CONFESARNOS?
Desgraciadamente, hoy en día, la juventud cristiana parece que se ha olvidado del Sacramento de la Confesión. El hecho de confesarse se ha convertido en algo impopular, pero todos necesitamos en algún momento sentirnos en paz con nosotros mismos y también con los demás, es algo innato en nuestra naturaleza. Vivimos en una etapa en la que nos rodean miles de dudas, la juventud es un período en el que la equivocación está al orden del día; pero no debemos ver esto como un hecho desafortunado, al contrario, tenemos que verlo como un aprendizaje, es ahí donde radica la función de un verdadero cristiano: el error no se oculta y se lamenta, el error se acepta, de él se aprende y, además, a través de la confesión, el malestar o inquietud creada por dicho error desaparece cuando quedamos absueltos por la gracia de Dios.
Es uno de los Sacramentos a los que menos valor se le da y, sin embargo, es mediante el cual más nos podemos liberar. Está en nuestra mano acabar con los prejuicios que han hecho que la mayoría de los católicos hayan deformado su visión sobre la Confesión.
Es cierto que si actualmente entablamos una conversación con un grupo de jóvenes sobre este sacramento serán muchas las dudas a su alrededor, no hay entre ellos un rechazo al cristianismo, sino una falta de información. Aquí entramos en acción nosotros, los jóvenes y católicos que tenemos la suerte de conocer en su totalidad el valor de la Reconciliación.
Es por ello, por lo que sería conveniente resolver algunas de las cuestiones, convertidas en fuerte prejuicios, que rondan la mente de los jóvenes, es decir, de nuestros amigos, de nuestros compañeros…
¿Cuándo me debo confesar?
Cada uno debe confesarse cuando sienta que lo necesita, Jesús siempre va a estar dispuesto a escuchar, a entender y a perdonar. Ante cualquier intranquilidad por algún pecado cometido no hay nada más sano y enriquecedor que la confesión. Si hay algo mejor que no cometer un pecado es arrepentirte por haberlo cometido y aprender de ello. No obstante, el tiempo de Pascua se conoce como un período adecuado para llevar a cabo este sacramento.
¿Qué es un pecado grave?
La gravedad de los hechos que cada uno comete se mide por las consecuencias resultantes tanto en la persona en sí como en las personas a las que les afecta. Por supuesto, la gravedad de cualquier acción aumenta cuando se tiene pleno conocimiento del mal que se está creando y aún así se hace libremente.
¿Habló Cristo de la confesión?
Jesús los instituyó cuando dijo a los Apóstoles: “Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados les serán perdonados, pero a quienes se los retengáis les serán retenidos”.
¿Es normal que me dé vergüenza confesarme?
Es natural sentir vergüenza ante un hecho del que estamos arrepentidos, pero hay que confiar en Jesús. Dar el paso a la confesión es una gracia y requiere humildad. Lo principal es tener la capacidad de vencer la tentación de aplazar la confesión.
Estas son las cuestiones generales que más preocupan a los jóvenes católicos de hoy en día en cuanto al Sacramento de la Confesión. Aunque, sinceramente, existe una manera mucho más sencilla de entender este proceso, hagamos un simple símil: cuando nos enfadamos con algún ser querido, nuestra madre, nuestro padre, algún amigo… tenemos un malestar general que no se resuelve hasta que no se da la reconciliación, sólo la alegría de sentirte en paz con la persona querida puede recomponerte; ahora comparemos, cuando no estamos armonía con nosotros mismos por cometer algún pecado, el malestar no desaparece hasta que no nos reconciliamos con Dios, es decir, hasta que no nos confesamos, es entonces cuando la felicidad y la paz nos invade. Simplemente debemos hacer una diferencia, al reconciliarte con un ser querido le das las gracias por su perdón a través de un gesto de cariño, en cuanto a Jesús, debemos interpretar esas oraciones que el Sacerdote nos manda como un abrazo de amistad con nuestro Padre en calidad de agradecimiento.