En uno de los primeros días de nuestra Novena a la Inmaculada decíamos: antes sólo no podías has acudido a la Señora y con ella que fácil. El suceso de la boda de Cana nos confirma el poder y la Intercesión de María y es lo que vamos a intentar descubrir en este nuevo Si de María.
Es en esta ocasión el Evangelista San Juan quién nos cuenta que se celebraron unas bodas en Caná de Galilea y estaba allí la madre de Jesús y, también estaban invitados Jesús y sus discípulos, como faltase vino, dice María a Jesús: no tienen vino.
En primer lugar que percepción tiene María para estar pendiente de los detalles. Ella, no está ocupada por disfrutar de la fiesta sino porque no falte nada. Y en segundo lugar, María percibe la posible angustia de los novios porque no falle ninguno de los preparativos de las bodas y ya que sabe, como en todas las bodas, los novios se han esmerado en cuidar los detalles para que no falte nada, y por eso no tiene reparo ninguno en adentrase en la cocina.
¿Qué hace María?, implicarse en el problema, buscar una solución, afrontar la dificultad. Sin embargo María se encuentra con una respuesta de dura de Jesús, Mujer: ¿Qué nos importa a ti y a mí?, todavía no ha llegado mi hora. Es dura la respuesta de Jesús porque le llama madre sino Mujer y luego porque se despacha con un: que nos importa a ti y a mí.
Sin embargo la segunda parte de la contestación de Jesús no tiene desperdicio: no ha llegado mi hora, ¿A qué se refiere Jesús?, ni más ni menos que a los acontecimientos que van a suceder en Jerusalén después de la entrada triunfal de su Hijo en un pollino: la hora de Dios, el momento de la Cruz.
Y dentro de los sucesos de la pasión de Jesús hay un hecho en el que puede que no nos hemos detenido en profundidad y es el momento en el que a María le empiezan a llegar las noticias de las deserciones de los doce. Primero le llega la traición de Judas y luego las negaciones de Pedro y, cuando parece que se va a producir una gran desbandada, María no tiene miedo al hombre sino que se da cuenta que son los hombres los que tienen miedo de Dios y por eso está dispuesta a correr el riesgo de la libertad de los amigos de su Hijo y, si es necesario, suplicando a Jesús un nuevo Milagro.
Cristina tiene 32 años y hace unas semanas se fue con su abuela desde Barcelona a Torreciudad Cristiana lleva años sin pisar una Iglesia por malas compañías, como ella escribe en el libro de firmas del Santuario. Hice la primera comunión y recibí la Confirmación pero ya está. Al entrar en el Santuario, a la izquierda, entramos en un sitio donde hay un Cristo grande y oí que me decía: ¿Por qué no me pides perdón?, no se lo creerán, escribe, pero fue así. Me conmovió mucho. Al salir y explicárselo a mi abuela, me dijo: lo que tienes que hacer es confesarte y eso es lo que hice.