El Papa Francisco nos ha instado a los cristianos a que llevemos la Palabra de Dios a todos los rincones de la tierra, incluido el mundo digital.
El sacerdote D. Antonio María Domenech se lo ha tomado en serio y, además de atender su parroquia en Santa María del Campo Rus (Cuenca), es youtuber, tiene un blog y se mueve en redes sociales como pez en el agua. Además acaba de publicar su sexto libro.
¿Cómo fue su vocación?
Desde muy niño me sentí llamado al sacerdocio interiormente. No tengo ningún recuerdo de mi infancia en el que no fuese incluida la seguridad de responder a la llamada del Señor. Como mi santo patrón San Antonio María Claret, quería ser curita de pueblo. Así lo decía a mis familiares, a mis amigos, en el colegio. Aprendí a hablar rezando así: «Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mía. Jesús mío, Virgen Santísima, San Antonio María Claret, haz que sea santo, que no me ponga malito, y que, cuando sea mayor, pueda ser sacerdote».
También recuerdo que en un piso donde vivíamos de alquiler (al que he podido volver para ver el sitio de nuevo, gracias a los inquilinos actuales), escribiendo letras en el suelo, me alegré sobremanera y corrí a decírselo a mi madre que la primera palabra que escribí y leí fue MISA. Me alegraba más por la palabra que era que porque ya sabía escribir y leer sin haber ido al Colegio. Tenía tres años, y todavía recuerdo el momento.
Gracias a Dios, pude entrar como aspirante en la Sociedad Misionera de Cristo Rey, que tenía el noviciado en el mismo colegio donde yo estudiaba. Después de terminar la Filosofía en la UNED, los superiores me enviaron al Seminario Mater Dei de Castellón, donde terminé la Teología, y ahora soy muy feliz de ser «Cura Rural».
¿Cómo decidió y por qué se hizo youtuber?
Todo empezó en broma. Algunos jóvenes de Barcelona venían periódicamente a ayudarme a la Parroquia. A veces días sueltos y otras, temporadas largas. Uno de ellos, Eduardo Martí, trabajaba en una empresa de Márketing on line y me dijo que tenía que empezar a predicar el Evangelio en las redes sociales. El primer vídeo que grabé fue dando la vuelta al móvil, porque ni sabía que tenía cámara frontal. Ese vídeo, explicando por qué llevo sotana, se hizo viral en facebook, y entre este chico, y mi hermano pequeño, asesorado por mi padre, informático y cristiano convencido del apostolado seglar, de toda la vida, me empujaron a abrir un canal de Youtube, que progresa despacio pero sin pausa.
Muchas personas se han podido poner en contacto conmigo gracias al canal, aunque su fin principal sea llegar a todas las casas del pueblo, como un factor más de evangelización.
¿Cree realmente que las redes sociales mueven almas y las acercan a Dios?
Está claro que la respuesta al Señor es personal y libre. Las redes sociales son medios, como cualquier otro. Me parece muy importante hablar bien de lo bueno; por ese motivo comencé el blog «se llenaron de inmensa alegría» porque creo que destacamos los errores de las personas, los desastres de la naturaleza, las fatalidades que provocan los pecados, pero no existe proporción con la explicación de tantas cosas buenas que ocurren todos los días a nuestro alrededor. Es cierto que es un blog sencillo y quizás demasiado variado pero, igual que el canal, tiene el fin de ayudar a quien lo necesite.
En general, en las redes se puede encontrar a Cristo, y una vez encontrado, buscar algún otro vínculo con la Iglesia para mantener la llama encendida. Quizás destacaría la oración y la Comunión para mantener esa Fe que llega desde donde le abrimos la puerta.
Para que haga bien hay que ser constante porque nos cansamos enseguida de todo, o se nos llena el tiempo, pero conseguido el equilibrio de dedicación por parte de los autores; y de los usuarios de consumo de datos (por decirlo de forma técnica), se pueden tender puentes a Jesús muy interesantes y duraderos.
También debemos tener en cuenta que si los puentes no van a Él, pueden ser inútiles. Es decir, que el fin ni somos nosotros, ni el puente por el puente, sino el Camino por el que nos lleva a ir al Señor.
Acaba de publicar su libro “Desvelos de un cura Rural”. ¿Cuáles son sus desvelos?
Sí. Desvelos hay muchos, de todos los tipos. De agradecimiento, de trabajo, de inquietud por ayudar a los demás, por llevarlos a Dios, o por solucionar un problema puntual. Cuando llegué a este pueblo la gente me decía que era «vacín». Vocablo utilizado para decir «qué cotilla es el cura». Creo que interesarse por los demás es caridad, no curiosidad. Los límites de lo que cuenta cada persona los elige cada uno, pero la confianza en la labor sacerdotal es cuestión de Fe. En los pueblos de España, por lo menos, es muy difícil entender la labor del sacerdote si no se tiene Fe. Cada uno se deja amar por Dios todo lo que quiere, y creo que por los demás también. Que cada uno reciba la ternura y el AMOR verdadero que ofrece la Iglesia, es uno de los desvelos más importantes en mi vida pastoral.
Debo reconocerle que las redes sociales también son un desvelo, pero más por el tiempo que hay que dedicarles, sin quitárselo a otras cosas, que porque constituyan un problema, como a veces nos parece. Tenemos miedo a arriesgar. La tarea que hace un cristiano en las redes sociales puede hacerla cualquier cristiano. Y si no hace esa, puede hacer otra. Lo que no debe caber en la vida es que alguien diga: «¡qué mal está el mundo! o ¡qué mal está la Iglesia!», y después no haga nada para poner su granito de arena.
¿Cómo están los jóvenes en el mundo rural? ¿Cómo es su labor con ellos? ¿Qué necesitan para acercarse y comprometerse más con Dios?
Los jóvenes, no sólo los del mundo rural, sino todos, necesitan tres cosas.
Primero: Convencerse de que pueden dar lo mejor de sí mismos, mucho más de lo que les dicen o de lo que ellos mismos creen.
Segundo: No desvincularse de las actividades que se organizan en su entorno, ya sean pastorales, solidarias o lo que sea. No podemos fundamentar nuestro descanso solamente en pasar un rato de botellón con los amigos. Creo que eso dificulta el enriquecimiento personal, aunque sean magníficos los amigos. Sería interesante buscar la manera de entretenerse con algo provechoso. Los pueblos tienen la dificultad de que todo se iguala, de que puede faltar en algunos espíritu de superación, porque se conforman con muy poco. La falta de posibilidades puede alienar las aspiraciones; aunque eso puede ocurrir también en la ciudad.
La labor con ellos es de «espera». Es importante estar presente en sus vidas sin juzgarlos. Que sepan que estás siempre ahí, para lo que necesiten.
En tercer lugar, creo que los jóvenes necesitan para acercarse a Dios, comprometerse con Él. Es una decisión de ellos; aunque la falta de compromiso no sólo es con Dios, es con todo. Hay ocasiones en que no somos constantes, jóvenes y no jóvenes. El compromiso es una de las causas y consecuencias del amor. El que no se compromete no ama, ni a Dios, ni a las personas queridas, ni a nadie. El compromiso es imprescindible.