Cuando nos encontramos tan cerca de las primeras sesiones del Sínodo de Obispos sobre la Juventud he recordado unas palabras de un padre sinodal en los días previos al Sínodo del año de la Fe: El Año de la fe se presenta, pues, como una nueva llamada a cada uno de los hijos de la Iglesia para que tomemos conciencia viva de la fe, nos esforcemos por conocerla mejor y ponerla fielmente en práctica y, al mismo tiempo, nos empeñemos en difundirla, comunicando su contenido —con el testimonio del ejemplo y de la palabra— a las innumerables personas que no conocen a Jesucristo o que no le tratan.
Y es que una de las ideas claves es, como decía este mismo padre sinodal y aparece en los textos del Papa Francisco, la llamada universal a la santidad, que como tal concierne a todos los cristianos.Los santos son los verdaderos protagonistas de la evangelización en todas sus expresiones. Ellos son, también de forma particular, los pioneros y los que impulsan la nueva evangelización: con su intercesión y el ejemplo de sus vidas, abierta a la fantasía del Espíritu Santo, muestran la belleza del Evangelio y de la comunión con Cristo a las personas indiferentes o incluso hostiles, e invitan a los creyentes tibios, por decirlo así, a que con alegría vivan de fe, esperanza y caridad, a que descubran el “gusto” por la Palabra de Dios y los sacramentos, en particular por el pan de vida, la eucaristía.