¿Somos algunos más importantes que otros? ¿Tengo yo alguna misión? hay muchos que se hacen estas y otras preguntas. Al no encontrar respuestas entonces piensan que para Dios son poco importantes.
Sin embargo a todos Dios nos ha dado una misión: amar. Y en este empeño, el mayor de todos, no hay ninguno que pueda decir: yo no valgo.
La pretemporada de la civilización del amor ha empezado. Te toca mover el balón.