Durante las pasadas meditaciones hemos hablado del gran reto del verano que es la vida de la Gracia. Y, vivir en Gracia, es al final aceptar la Cruz: no hay salvación que no venga por medio de la Cruz. Esta es una realidad que han visto y vivido todos los santos pero hoy a muchos les cuesta aceptarla y puede que a nosotros también: Cuando veas una pobre Cruz de palo, sola, despreciable y sin valor… y sin Crucifijo, no olvides que esa Cruz es tu Cruz: la de cada día, la escondida, sin brillo y sin consuelo…, que está esperando el Crucifijo que le falta: y ese Crucifijo has de ser tú.
Sin la Cruz el cristianismo, la búsqueda de la santidad, se queda –como hemos dicho en otras meditaciones– licuado, edulcorado, pobretón y escuálido porque fabricamos un cristianismo sin cruz y Cristo camina hacia la Cruz: Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. Si no cojo mi cruz, mi vida cristiana en coger lo que me gusta y lo que no me gusta mejor para otro. Convierto la Fe en unas experiencias de sentimientos positivos que me hagan estar bien.