No interesas. Mira a tu alrededor, no pintas nada, desentonas. Sí, esa es una realidad te guste o no. Un cristiano hoy no interesa a la sociedad. Con frecuencia lo vemos en los medios, en la calle, de charla con nuestros amigos, cuando vamos de compras, cuando intentamos disfrutar,… y nos sentimos raros. Es verdad. Cuando vemos que parece que el mundo lo mueve el gasto, el lujo, el exceso y la inmediatez podemos pensar: y yo, ¿qué pinto aquí?
En este mundo las grandes influencias están marcando unas tendencias que no son compatibles en algunos casos con ser un cristiano comprometido. Hoy, a través de la publicidad, el cine, la fama y el poder se nos da un ideal de vida exitosa que choca con algunas de nuestras creencias. Nos invitan a gastar y gastar a través de bombardeos de publicidad, nos dicen que el éxito está en el poder, nos imponen que la alegría está en lo inmediato y que debemos disfrutar sin medida de los bienes que hay en el mundo sin pensar en las consecuencias. En fin, el mundo nos asegura que la felicidad viene por el beneficio que nos dan las cosas y que cuanto más y más rápido, mejor.
Parece que si quiero ser coherente no puedo ser como los demás y, encima, si quiero disfrutar me tengo que adaptar a situaciones que luego me crean remordimientos. Ser cristiano en un mundo como este es perder el tiempo y convertirse en un aburrido, en una persona que no sabe disfrutar. Y entonces viene la pregunta: ¿nos adaptamos a esta sociedad?
No. Entonces viene cuando nos comemos el mundo porque somos de este mundo. Dios nos ha puesto en esta realidad para que disfrutemos y compartamos nuestra felicidad. Sabemos que el gasto, el lujo, el exceso y la inmediatez no nos va a llenar. Solo Dios puede hacerlo. Ahora, con su Resurrección, vemos que Su Amor no tiene barreras y que eso es lo que necesita el mundo. No nos vayamos del mundo, no nos adaptemos tampoco a él sino que démosle lo que necesita: a Dios.
Nosotros, jóvenes cristianos, somos lo que necesita el mundo. Tenemos que bombardear esta sociedad nuestra con la alegría de ser hijos de un Dios que nos ama. Si damos el mensaje de Amor que llevamos dentro llenaremos el mundo de alegría, haciendo felices a los demás y convirtiendo este mundo en lo que es, un mundo para disfrutarlo entre todos y con todos.