El Papa Francisco ha escrito una carta a los Obispos de Chile por el caso Barros y en un determinado el Papa, con enorme sencillez y humildad, dice: En lo que me toca, reconozco y así quiero que lo transmitan fielmente, que he incurrido en graves equivocaciones de valoración y percepción de la situación, especialmente por falta de información veraz y equilibrada. Ya desde ahora pido perdón a todos aquellos a los que ofendí y espero poder hacerlo personalmente, en las próximas semanas, en las reuniones que tendré con representantes de las personas entrevistadas.
¿Quien no se ha equivocado alguna vez? Lo bonito es reconocer, cuando uno se equivoca, reconocer el error, pedir perdón e intentar que no ocurra nunca más.
El Papa Francisco nos ha enseñado, con estas palabras, que hay que perder el miedo a equivocarse y a pedir perdón. Nos ha mostrado que a veces por motivos ajenos a nosotros mismos podemos equivocarnos y que no pasa nada por ser humilde y pedir perdón.
Gracias de nuevo Santo Padre por enseñarnos que la Iglesia, la militante -la de aquí abajo-, a veces se equivoca y tantas veces debe y debemos pedir perdón.